domingo, 14 de diciembre de 2008

Instrucciones para jugar un juego

Me dijo un día: Necesito un cambió en mi vida. En eso momento pensé que era su manera de decirme que ya no era ni su vida ni su amor ni su cielo ni su nada. Pero no. Al día siguiente llegó con nuevo corte de cabello y un color indescriptible. Maravillosa manera de reactivar las pequeñas felicidades en 48 minutos. Cuando empecé a notar que también yo necesitaba un cambio, traté de emular aquello. No funcionó. Pasar de hippie come flores a soldado raso en términos capilares no representó nada que me hiciera sentir diferente. Así que intenté algo más riesgocito. De la noche a la mañana pasé de ser un anarquista mediático (si se permiten revoluciones institucionales no veo por qué a mí no se me iba a permitir ser aquel engendro híbrido que sepa dios qué coño significaba) a un modesto clase medierito, con trabajito en regla, noviecita pudorosa con planes a futuro y comiditas familiares los domingos. No me convencía mucho, pero era cuestión de dejar pasar tiempito para acomodarme en la nueva circunstancia. Mi formación de economista me aconsejó esperar, como en cualquier negocito, por lo menos un añito para ver los resultados. La vida, que es más culera, me mantuvo no uno, sino 3 en el intento. Hoy, 48 meses después, se decreta oficialmente el cierre definitivo del changarro. Vendo, traspaso, remato, regalo, pago por deshacerme de todo el numerito. Comer flores, a pesar de la inflación, la recesión y la caída de las bolsas en el mundo, sigue costando mucho menos que gastar la poca energía que aún nos queda en seguir juntando fracasitos cotidianos. Ser un muerto de hambre bueno para nada, me va mejor que ser un muerto de hastío bueno para todo. Los domingos siguen siendo tan aburridos como siempre.

martes, 9 de diciembre de 2008

Navidad S. A.

Aqui entre nos, estas fechas suelen solo traerme, ademas de gastos, todas mis neurosis a la piel. Todo porque mi hermana, linda ella, me dijo a los 4 años el nombre de los reyes magos. No, no eran melchor, su amigo de la mirra (alguien sabe que es eso?...) y el negrito ese... De hecho eran fernando y raquel (aunque ustedes no lo crean asi se llaman, si quieren les pueden preguntar)... Poco despues supe, por ellos, que tampoco santoclos existia, y que si existia no llegaria a mi casa. Principalmente porque eramos (pobres) mexicanos, y a los niños (pobres) mexicanos los visitaba, en su lugar, el niñodios. Que tampoco nunca dejaba regalos.... (... MALDITA NAVIDAD...) (y malditas drogas) (perenme, le voy a marcar a mi terapeuta...)

lunes, 8 de diciembre de 2008

Relaciones Públicas

Cuando me empecé a tomar en serio esto de la escribida, me puse a buscar editores. Eso de buscar es un decir, pero la intención ahí anda. Hasta hace unos meses tenía (Ay, Dios, cómo odio el pretérito imperfecto, ¿será por eso que es imperfecto?), un libro de cuentos terminado, algunos cuentos más para el siguiente, otros en proceso y una novela a la mitad. Pero un día, maldita sea, acaeció el deceso de mi computadora. Con ella, todo lo que tenía adentro, incluida mi incipiente carrera literaria. Me deprimí. Algo así como si la novia que has tenido desde la adolescencia llegara y te dijera a punto de casarte: eres muy especial, pero me caso con otro, que en términos computacionales se traduce como “Not hard disk available”. Y entonces no me consolaban las chaquetas (hay que decir que esas nunca me han consolado, mucho menos en domingo) ni los viajes ni el alcohol. Supongo que, si ahora lo puedo contar, es porque lo peor de esto ha pasado y lo peor de aquello está por venir. Pero el caso es que, antes de todo el numerito, había pensado que, si no conseguía editores, al menos conseguiría un chingo de amigos que con sus compras agotaran rápidamente la edición. Una cruel voz, de cuyo nombre no quiero acordarme, pero sabe Dios que me está oyendo, me hizo notar que tampoco tenía tantos amigos. Entonces me deprimí (¿será que así resuelvo todos mis problemas?), luego, me decidí a hacer un blog. No es que desde aquí tenga muchos (amigos, no problemas ¿o sí?), pero la influencia de lo virtual es tan grande que aquí hasta los enemigos te leen. De hecho, comienzo a sospechar que son estos últimos los que más leen buscando hacer uso de mis traumas evidentes. Luego, en un ataque histriónico, le puse contador de visitas. Cosa que resultó peor. Descubrir que había sólo 2 lectores cada 15 días me hizo comprender que: a) La venta potencial de libros sería, a lo sumo, 2, antes de que me sacaran del mercado; b) Claramente no tengo muchos amigos, pero, según yo, no eran sólo 2, ¿qué habrá pasado con los otros (2)? ¿No serán amigos? ¿Soy elitista y no tienen acceso a internet? ¿Son ciegos? ¿Analfabetas? O, horror de horrores ¿No son amigos? (Podría incluir en la lista de incógnitas que simplemente no les gusta lo que hago, pero eso, claramente, es imposible.) Consecuencia: Sí, adivinan ustedes (2): Me deprimí (¿será que así resuelvo todos mis problemas?), luego, incluí a otro escribidor en la lista de participantes. Aquello ha resultado una gran cosa porque aquél, de cuyo nombre no quiero acordarme, pero sabe Dios que me está oyendo, no tiene cosas muy claras en la vida, pero sí una, esencial: tiene un chingo de amigos, o enemigos tratando de hacer uso de sus traumas evidentes, que para el caso es lo mismo. Así que gracias a esto, el contador de visitas me llena de ilusión. Hemos llegado a las 1300 que pueden seguir multiplicándose, hay que decir que de esa cuenta, 100 son mías, el resto ya se sabe. Así que me deprimí, naturalmente, luego, concluí que con los (2) amigos que tengo es suficiente y de ahora en adelante me dedicaré a las relaciones públicas. En esta circunstancia, el mal uso de 4 idiomas puede ser una gran cosa. Esta mañana, ante el espejo, con una ceja levantada, he comenzado a ensayar frases del tipo: Hola, qué tal, es una cascada de algarabía saludarle. Mi incapacidad de hacer amigos me ha llevado a hacerme de enemigos. Hoy le escupí a uno, le dije un piropo vulgar a otra e hice una crítica infame contra George Bataille y Wallerstein. A todos les dejé el link del presente blog. Veremos resultados.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Filosofía Matrimonial II

"Yo no sé si mi mujer me dejó porque empecé a beber o empecé a beber por que mi mujer se quedó".

Matrimonio

"Y CUANDO SE DESPERTÓ, EL DINOSAURIO SEGUÍA AHÍ..." Definitivamente es la mejor definición de matrimonio que he leido jamás. (Maldito Monterroso, sigues estando muchos pasos adelante)

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Out side

Extrañamente a estos tiempos absurdamente fanáticos, yo soy de los pocos espectadores que nos miran el fútbol desde niños. Uno, al paso de los años, entiende por qué es un deporte tan visto: es elemental hasta la náusea. 11 vs 11 peleando, a patadas, por un balón que en 90 minutos es posible que no se meta en ninguna portería. Cualquier niño lo puede jugar sólo teniendo algún elemento girante, que no necesariamente es una pelota. Sabemos, los que lo hicimos, que una lata, un envase de plástico, cualquier cosa basta para sustituir a la pelota ausente. Por porterías ni qué decir. 2 piedras, 2 mochilas, 2 suéteres a prudente distancia bastan. Y luego, sólo la diversión de correr tras aquella lata bajo la lluvia, el sol o el frío hasta gritar desaforadamente ¡Gooool! Lo único que parece no tan elemental en el fútbol es el fuera de lugar. Que si el defensa estaba en línea con el delantero, que si el delantero iba detrás del balón son cosas que ocupan las discusiones de los especialistas por semanas. Por fortuna, en aquellos juegos de lata, uno no se ocupa de esas minucias y sólo juega sin más. Después, ante el televisor o en el estadio, gritaremos desaforados: ¡estaba adelantado, árbitro pendejo! Pero cuando uno, por infortunio, queda dentro de todo aquello, después no encuentra consolación. Cuando acaba de meter el mejor gol que jamás meterá en su estúpida vida, cuando el balón, la lata o el frutsi van directo de aquella portería imaginaria, cuando ves como frente a ti el portero se estira y vuela y vuela con el brazo y la mano extendidos y no alcanza jamás aquella hermosa curva que el balón, aquel balón que ha sido golpeado por la prodigiosa parte externa de tu pie derecho, hace en el aire, cuando una emoción desde lo más profundo de tu ser se desborda en un grito de euforia incontenida y la gloria del instante nos invade, de pronto, de lejos, como entre sueños, se escucha el sonido de un árbitro cabrón que nos avisa que algo no está bien. Entonces se comprende la esencia, la sustancia, la verdadera naturaleza de aquello que se ha dado por llamar “fuera de lugar”. El árbitro ha silbado, una lástima, una verdadera lástima, comprender que, sin importar las discusiones ni la hermosura de la jugada, lo que define a aquella regla no es estar en línea con el defensa o estar detrás del balón, sino sólo aquel sonido infame que el árbitro emite con su pito de mierda. Aquella hazaña realizada no lo será más ni pasará a las estadísticas. Se empieza a sospechar entonces la naturaleza de los fracasos.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Cronicas de mis fracasos (I)

Mi hermana se casó Luego se embarazó Luego tuvo a un lindo bebe (producto del embarazo se entiende) Luego mis papás se volvieron locos a su alrededor Poquito después dejé de ser el consentido de la familia Varios meses de terapia me hicieron entender que los bebes no son solo cajas de carton con patitas (aunque...) Aún ahora despierto chupándome el dedo pulgar, y mi terapeuta dice que hacerme pipí en la cama es sólo una fase típica del edipo no resuelto. Maldita mi suerte, tambien como hijo: soy un fracaso.

Lecciones de docencia para maestros remisos

Primera escena El Profesor le dice a sus alumnos: El proximo martes, traen su libro de texto porque no puede ser que vengan a la escuela sin sus libros!!!! Los Alumnos: Siiiiiii Segunda escena El mismo Profe: Ahora si, ya estoy harto. El que no traiga libro se me sale ahorita mismo del salon y tiene falta!!! Tercera escena El mismo Profe esta pensando en mejores estrategias de docencia. El salon se ha vuelto a quedar vacio.

martes, 11 de noviembre de 2008

Página en blanco

Hace ya 2 meses que dije algo como "aún no me he ido y ya hay media docena de historias que esperan ser contadas". Claro se ve ahora que ha sido una promesa de esas que no se van a cumplir. Y es que la media docena ahi sigue, pero ya no estoy seguro de querer contarlas. Lo que pasa es que uno se da cuenta, al paso de los días, de cosas varias, y qué cosas señores míos. Desde la época embrionaria ya le cuelgan a uno en el pescuezo (pescuezo que, dicho sea de paso, aún no existe en aquella época) varios planes, hartas perspectivas. Luego, uno solito se va colgando más. Que si economista, que si vagabundo, que si escritor, que si salvador del mundo, que si intelectual. Al final, como ya se sabe, todo se lo lleva la chingada. De aquellos sueños grandilocuentes no quedan siquiera retazos y se ve a las claras que, desde la ventana de un edificio, entre el tumulto ordinario de las calles, se es uno más de los bípedos que transitan las banquetas. De todo aquello no ha quedado sino el "delicioso" horario de oficina, amores que han dejado de ser platónicos para siempre y algunos nombres propios. De todo aquello lo único que queda por contar es que tomo cerveza en vez de whisky, que hago viajes desastrosos y que no me salen las cuentas de la felicidad. Para colmo, un asqueroso síndrome de página en blanco que es semejante a tener una fractura expuesta de tibia y peroné siendo futbolista profesional. Esperemos que en los días subsecuentes haya pronta recuperación. En tanto, dejemos que el silencio hable un poco.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Fenomenos futboleros

En el minjitorio del estadio despues del partido...
Dos aficionados se reconocen por las playeras y se saludan con un gesto de cabeza, conocido este como saludo multiocasiones, casual poco formal.
Llenamos el estadio, el pinche tecnico se guarda los titulares y perdemos el partido, dice uno mientras se lo sacude.
A wuevo, dice el otro.
Y con ese movimiento, los dos se sacuden la frustracion, la terapia y los restos de orina.
Todo al mismo tiempo.

lunes, 27 de octubre de 2008

Treinta años...

Para el Ray

Treinta años despues, la vida sigue sentada aqui a mi lado. He perdido partidos que ni he jugado y he ganado campeonatos sin saber, siquiera, como... He sido tocado por mucha gente, y he tocado a demasiados... He cometido infinidad de errores. He fracasado en todo, menos en lo importante. He desperdiciado todo, excepto lo trascendente. Los he decepcionado a todos... empezando por el parto Treinta años después ya no soy ni tan joven para brincar ni tan viejo para bailar La muerte, aunque ya me hace ojitos, aun desde lejos, todavía desde lejos. Treinta años después tengo amigos que nunca veo, enemigos con los que no tengo el gusto, recuerdos que no comprendo proyectos que, como el humo, se van, para bien o para mal, arriba, muy arriba de mi cabeza... En estos 30s, mantengo, sin ánimo de lucro, la insistencia de volver a vernos de volver a estar conmigo, Treinta años después, sólo me queda una esperanza ojalá me viva treinta años más... (Feliz cumpleaños a mi...)

Volver a la vieja escuela abandonada

Siempre y cuando las paredes quieran recordar, a veces oyen las clases, otras algún grito de un niño, o dos o tres mil jugando... Aún cuando las paredes recordaran, no saben cuanto tiempo ha pasado, hace cuanto se fueron los niños, cuando el último director, cuando fue que el conserje y su familia habían decidido dejar de vivir ahí, pues la nostalgia y los fantasmas pesaban mas que sus propios límites. Pero eso no lo saben las paredes, y no lo sabrán nunca, pues están condenadas a permanecer ahí. Solas, llenas de candados, llenas de ruidos, llenas de silencios... Y aunque los días fueran tristes y las noches un poquito más, en aquella escuela abandonada, donde las paredes recuerdan, todavía se oye, muy de vez en cuando el grito de uno o dos o tres mil niños jugando... Se dice que los gritos de tantos niños pasados están destruyendo las paredes...

miércoles, 15 de octubre de 2008

Historias del antro

Una chava camina hacia la salida del atascado antro empujando gente, hace notar que tiene prisa, y su movimiento es abiertamente agresivo con los que se encuentra a su paso. No hay gritos ni llanto sonoro, pero su cara está bañada en lágrimas y su gesto es de dolor, mucho dolor (inclusive demasiado dolor).
Nadie la sigue.
En ese momento pienso que todo el teatro no le está sirviendo de nada.
Nosotros, los curiosos/ mirones/sentados en la barra/morbosos/aburridos/ de todo lo que se mueve en los antros nos quedamos esperando que alguien aparezca tras ella, sabemos (porque lo sabemos) que espera que le jalen el brazo y digan: “DETENTE, espera tantito, no te vayas…”
Pero nadie la detiene.
El momento se vuelve triste. De la burla pasamos rápido a la compasión.
Con la mirada y con el gesto nos decimos: “Uy que mal” y le damos otro sorbo a la cerveza.
Sé que compartimos la sensación de que esta noche va a acabar muy triste para ella.
Y es que... nadie la sigue.

domingo, 12 de octubre de 2008

No smoking, please

Excusas por la reincidencia. Comenzaba ya mi proceso de resignación por la flagrante prohibición de ejercer mi derecho de fumador activo. A pesar de mis quejas, en el fondo comprendo que no tengo derecho a contaminar el aire “puro” de los otros (siempre me pregunto si Pemex, las fábricas y el ya no tan rampante capitalismo sí lo tienen) y trato de ajustarme a los embates de la civilidad. Así que uno busca un sitio adecuado para ejercer su derecho fumatorio y esperar con paciencia el momento propicio. Hasta aquí todo bien. Pero cuando uno, pendejo como es, decide, en un ataque de no sé qué absurda falta de conciencia, treparse a un avión por 12 horas, comete el acto más vandálico, más cruel, más vil contra uno mismo. La promesa de paraísos varios no basta. Se comprende el terrorismo en toda su expresión, se desea hacer una amenaza de bomba cuya sublime demanda sea un minúsculo cigarrillo, unas cuantas fumaditas. La mujer de junto, conforme el tiempo transcurre, se vuelve la musa inspiradora de los más horrorosos bestiarios. Me vale, me voy a ir al baño y me voy a tragar el humo. Pues no, idea estúpida. Gritaré súbitamente con fuerte y desenfrenada voz:¡¡¡¡¡ El 5 Copas!!!!!!!!! Aprovecharé la confusión para una larga, profunda fumada a mi dulce cigarrito, luego lo lanzaré a cualquier parte y mientras exhalo la espesa nube de humo, gritaré: ¡¡¡¡Fuego, fuego!!!! Tranquilo… Respira… Leamos un poco. Media página después de ver bailar letras en forma de volutas de humo, cerramos el pinche libro traidor. Música. Putísimo Gardel cantando: Fumando espero, a la mujer que quiero. Atisbo de cordura. Serenidad y paciencia, Solín, mucha paciencia. Maldito Kalimán de mierda, por eso no eres real, culero. Película. James Bond, con deleite infinito, se fuma un enorme Montecristo No.1. Más y más ideas terroristas. Empiezo a pensar en demostrar, bajo cualquier medio, que la mujer junto a mí usa peluca. No sé cuánto tiempo ha pasado, pero, al fin, seguramente falta poco para que acabe este suplicio dantesco. Y la mujer de junto, que juro usa peluca, dice algo como: Qué largo es el viaje ¿no? ¿Largo? Eterno, vieja infame, cruel como el tormento de la inquisición a los condenados. Y con mi más beatífica sonrisa le contesto un minúsculo, pero contundente: Sí. Y por si no fuera poco, deseosa que demuestre por todos los medios que usa peluca, continúa con la mejor frase que pudo habérsele ocurrido a la desgraciada: ¡Uy, sí, joven, y apenas llevamos 5 horas, todavía nos faltan 7, fíjese! ¿¿¿¿¿¿¿¿Qué quéeeeeeeeeee??????? ¡El 5 copas!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡Fuego, fuego!!!!!!!!!! P.S. El aeropuerto de Madrid es el paraíso: Cada 30 metros, hay una cabina de acrílico para fumadores, como una transparente ventana de colección de neuróticos que con la colilla del primero, encendemos el segundo cigarro y con la de éste el tercero. Por fin mi nublada vista comienza a reconocer más que sombras y las voces a mi alrededor dicen algo que otra vez tiene sentido.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Como decirle a tu mamá que estas embarazada

La cena familiar del viernes comenzó como todas las cenas familiares de los viernes. Veronica, la hermana menor de Karla llegó temprano de sus clases de inglés y pretendía irse temprano para ir al antro. Era la más interesada en que la cena empezara y terminara rápido. Joaquin, el hermano mayor llego con su muy acostumbrado mal humor y después de servirse un caballito de tequila prendió la tele de la sala en espera del anunciado grito de "A CENAAAAR" que la mamá se esforzaba en hacer menos ruidoso cada vez. Carlos, el novio de Karla tenía una pequeña capa de sudor frío en la frente y ese malestar estomacal que solo había sentido cuando sus papás le dijeron del divorcio. (maldecía al estomago por lo bajo, por traicionero y maricón...) No había podido hilar frase completa alguna frente al papa de Karla, aun cuando este se mostraba, como siempre se había mostrado: burlón, amigable y hasta condescendiente con "ese novio testarudo que se consiguió mi hija". Karla no bajaba de su cuarto y Carlos empezaba a sospechar que estaría vomitando por la ventana o dando vueltas alrededor de la cama. Toda la tarde había estado insoportable, gritando cualquier clase de maledicencias y mentandomadres por cualquier cosa. Carlos había optado por callar, parecía que todos sus comentarios serian mal recibidos y usados en su contra (después comprendió que el silencio tampoco cambiaba las cosas). Poco a poco todos se fueron acomodando en sus respectivos lugares, el papa en la cabecera, Joaquín a su derecha, Verónica a la derecha de este y Carlos en la otra cabecera de la mesa (siempre penso que ese lugar era demasiado incomodo, pero nunca como hoy). Karla se sentaría a su lado. Pero la pinche vieja todavía no bajaba. El grito de "A CENAAAAR" ya se habÍa escuchado dos veces molestando a los presentes y mama había decidido sentarse con un ensayadísimo ademán de hastío. Se sirvió la pasta y se dejaron las ensaladas en el centro. Karla bajo justo cuando mamá tomaba su plato para servirle y (obviamente) le dirigió una mirada que decía: "ya era hora mijita"... Karla respondió con un movimiento de hombros. Miro a Carlos de reojo y se concentro en los espaguetis del plato que tanto le cagaban. Pensó en que seria mala idea hacer cualquier comentario al respecto y empezó a comer sin comer, simplemente a meterse grandes bocados a la boca. A simple vista hubiese parecido que la niña tendría mucha hambre, lo cual fue notado por Carlos. Y por su papa... Lo siguiente en la cena transcurrió mas o menos así: Papa: mija, tenias hambre verdad? Joaquin: (sonrisa burlona) Karla: atragantándose el bocado - no papa, toy bien... Mama: te sientes bien Carlos? Todos: (mirando a Carlos) Carlos: (sudando como nunca en su vida, y rojo, espectacularmente rojo) mmm, no estoy bien señora... Lo que pasa es que... Veronica: no manchees, estas sudando, no tendrás fiebre tu? Carlos: estoy bien, estoy bien, lo que pasa es que… (mirando a Karla que tenia la boca llena pero ya no masticaba) no me siento muy bien... pero... (y ya no acertaba a mirar a nadie mas que al plato) Karla: tosiendo estrepitosamente - déjenlo en paz!!! Esta bien mama... Joaquín: (mirando a Carlos con otra sonrisa burlona... en realidad pensaba que el chamaco era un pendejo, pero allá su hermana...) Papa: no te comas la pasta mijo, mejor llégale a la ensalada pa que no te caiga mal la comida... Todos: (mirando a Carlos) Mama: ay mijito, te ves muy mal, deveras no tienes nada??? Karla: que no tiene nada!!! Carlos: (sirviéndose un vaso de agua) en verdad estoy bien señora, lo que pasa es que... estoy bien... no pasa nada. Karla: (mirando con ojos acusadores a Carlos) Joaquín: pensando: (de pronto adivinó que su hermanita estaba embarazada) y sólo acertó a musitar un no mames. Karla: estoy embarazada, YA??? Me pasan la ensalada por favor?

martes, 9 de septiembre de 2008

Como colgarse una medalla de oro en las olimpiadas...

Tres letreros tres!!! Tres letreros he visto en estos días que dicen mas o menos así: (disculpen, no es cita textual, pero les ví poco tiempo y el diálogo interno que dispararon tales lisonjas ocuparon toda mi atención hasta hoy) 1er letrero: El medallista de oro de las olimpiadas entrenó en Puebla!!! 2o letrero: (este con foto y todo) Felicitamos al medallista de oro en las olimpiadas (inserte aquí su nombre... yo, ya no lo recuerdo) pues su medalla la ganamos todos!!! Gracias México!!! 3er letrero: La Universidad tal (nombre de universidad innombrable) se enorgullece de su alumno (otra vez el puto nombre que no recuerdo) por haber ganado la medalla de oro en las olimpíadas. Esto es lo que se llama Colgarse las medallas!!! Bendito aquel que nos lo permite...

viernes, 29 de agosto de 2008

Vuele bajo

Después de meses de espera estoy a unos días de cruzar el charco, de oeste a este, para más datos. "Espera" es un decir. Un día, como aquella ratita de un cuento, no supe qué hacer con mi monedita y que me compro un boleto de avión. Pusilánime como soy, de ida y vuelta y por 30 días. Luego, por cosas que aquí no se van a explicar, me olvidé del asunto. Hace un par de semanas me quedó claro que no tenía un plan de viaje, ni ropa, ni maleta, ni dinero. En resumen: No sé a qué carajo voy.

Junté lo que pude, que al cambiarlo en el banco por la monedita aquella se desvanecieron los miles y se hicieron unas cuantas docenas, pero ya, carguemos pues con el doloroso penar de la paridad cambiaria. Andaré caminando por calles que no conozco y trataré de probar mi incipiente italiano. Inaugurase así mi ingreso oficial a la clase media, con sueños varios y frustraciones mayores, donde uno le cuenta a todo el mundo la maravilla de lo que va a hacer y tiempo después lo horrendo que ha salido todo. Se comprenderá por fin que andar cargando una mochila de veinte kilos 24 horas por 30 días no tiene nada de divertido, que la gente es igual de babosa en cualquier parte del mundo y que andar tomando fotos como japonés para presumir después con los amigos servirá para llenar aquel viejo baúl que ni uno mismo vuelve a abrir jamás.

Se dice que los viajes son la cosa seria de la gente superficial y la cosa superficial de la gente seria. No sé de qué lado estoy, tengo sospechas.

Dejo el changarro mientras tanto. Una pausa y se verá luego. Esperemos que haya historias, no tienen que ser grandes, con que haya historias basta. Y como diría Facundo Cabral: Vuele bajo porque abajo está la verdad.

"Escribo sólo por matar las tardes, por no ponerme a deshacer (o rehacer) maletas, por no andar, como el rey de los cobardes, mustio, con un ramito de violetas, en el sepelio de las decepciones". Joaquín Sabina.

Convocatoria para marcha de protesta.

Oh, fumadores del mundo, manifestaos. Id en pos del reclamado derecho de existencia, no sucumbir ante los embates de la represión.

SE CONVOCA A UNA MARCHA POR LOS DERECHOS DEL FUMADOR REPRIMIDO. SE MARCHARÁ SIEMPRE CON CIGARRILLO ENCENDIDO.NO HABRÁ GRITOS DE PROTESTA NI PANCARTAS. LA ÚNICA MUESTRA DE NUESTRA REBELIÓN SERÁ LA NUBE QUE HABRÁ DE ACOMPAÑARNOS.

POR RAZONES DE SEGURIDAD Y FUNCIONAMIENTO SE IMPLEMENTAN LOS SIGUIENTES DISPOSITIVOS:

  1. CADA 2 CALLES HABRÁ UN RELEVO PARA CADA FUMADOR DE LA MARCHA, SE SABE QUE LAS CONDICIONES FÍSICAS NO SON ÓPTIMAS PARA LARGAS DISTANCIAS.
  2. COMO SE PRETENDE NO CESAR DE FUMAR EN TODO EL RECORRIDO, HABRÁ TAMBIÉN RELEVOS PARA CUANDO SE EMPIECE A ENTURBIAR LA VISTA.
  3. NO LLEVAR NI PRODUCTOS NI MATERIALES FLAMABLES.

MARCHEMOS, HASTA LA VICTORIA (o hasta el enfisema, el cáncer o la muerte).

Lugar y fecha por confirmar.

Fuera de la ley

Cuando supe que no me dejarían fumar más en dónde se me pegara la gana tuve varias crisis de ansiedad. Hoy, que por fin mis más horrendos temores son legales, no tengo palabras. Me cuesta trabajo escribir, me tiemblan las manos y los dedos. He llegado al trabajo y, sobre el teclado de la computadora, me han dejado un recado en letras enormes: Ya está prohibido fumar adentro, si quieres fumar, afuera.

Con tranquilidad, con una serenidad inusitada en mí, encendí un cigarro. Di una larga, profunda, fumada y dejé que el humo se esparciera por la habitación. Luego, tomé una hoja y escribí un recado en letras enormes que después puse enfrente de mi escritorio: DESDE HACE AÑOS ESTÁ PROHIBIDA LA DISCRIMINACIÓN Y NO VEO LA DIFERENCIA.

Creo que nadie entendió, pero me dejaron en paz.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Guía didáctica para el amor en doce sencillas lecciones

Se llamaba Mónica. Era la Diosa mexicana de la Belleza y la ingenuidad, pelo negro y lacio hasta los hombros, ojos negros y naricita de gato, una sonrisa angelical, de esas que te recuerdan que el mal y la perversión no existen en las mentecillas, a veces inquietas, de las mujeres bellas. La historia con Mónica la cuento rápido, no hay mucho que contar: 1) La vi y me enamoré.

2) Me dije a mi mismo: mimismonomerecestenerunpene; Esa mujer está fuera de tu alcance, pues tienes baja autoestima (osea eres feo, no tienes cuerpo atlético, sudas y apestas como un mandril en celo y no, el BMW de la puerta no es tuyo…)

3) Me desenamoré

4) Con el corazón roto pero la dignidad intacta, me desentendí de ella y me enredé con otra (¿semi?) diosa mediopelo poco agraciada pero harto simpática.

5) Ella, Mónica se dio cuenta, y en un acto de sensibilidad, de gran humildad, fuera de todo narcisismo y sin pretensiones ególatras, pues el mal y la perversión no existen en las mentecillas, a veces inquietas, de las mujeres bellas. Me envió una carta declarándome una profunda y escondida admiración – no falta de erotismo – por estos ojos, que leían la carta casi sin aliento. … … 6) Vomité … … 7) Varias veces… … … 8) Me convertí en EL burro-que-grande-lo-tienes mas dichoso de la ciudad. Con más que autoestima; a u t o e g o l a t r í a. En el fuerte-atlético-interesante-intrépido-sexy- hombre-perfecto-para-ella.

9) Se volvió la mujer de mi vida, MI DIOSA personal, mi p-a-r-a-t-o-d-a-l-a-v-i-d-a y si… le debí pleistesía (palabra del vulgo tentregomicorazón: haz con él una rica ensalada con trocitos de verduras y salsa curry) y si… también, por adelantado, (sin pedirle, siquiera, acuse de recibo) le prometí amor eterno: de esos que duran para siempre…

10) Imágenes de boda, paseos por el campo, crianza de niños, risas y risas en la sala de una casa amplia y bien iluminada, con vejez compartida y te-extrañaré-cuando-no-estés-conmigo… y si… etecé y etecé. … … (… Uff… si, a mi también me daría pena ajena…)

11) Le expresé mi amor; puro y lleno de bombones rosados y ella me prometió lo mismo, pero más barato. Con algunos besos pudendos y mas bien mediocrones de por medio, pues (y cito textual:) “…es que no quiero desbordarme en el deseo y perderme a mí misma con tanto y tanto que siento por ti ahora, que, por fin, estamos juntos… vamos a amarnos despacio… si?

12) Los galanes que la merodeaban (¡que eran muchos!) vieron – atónitos – que ella me prefería a mí más que a toda aquella masa musculosa y verdosa (de billetes verdes se entiende) que le ofrecían a manos llenas. YO ERA EL REY DEL MUUUNDO!!!! Y desde la cima de mis fantasías (eróticas casi todas) los veía pequeños pequeños pequeñosJA (sonrisa triunfal) JA (risa sarcástica) y JA (carcajada de triunfoooo!!)

13) Entonces, en un acto de sensibilidad, de gran humildad, fuera de todo narcisismo y sin pretensiones ególatras, pues el mal y la perversión no existen en las mentecillas, a veces inquietas, de las mujeres bellas; tuvo a bien: quedar embarazada del dueño del BMW que nunca nunca dejó de estacionarse en la puerta.

Esto terminó por acabar: con mis sueños, con mis cualidades de burro grandilocuente, con mi dignidad y de paso con nuestra relación. La Mónica-amada-mía me dijo, mirándome de lejos y con un movimiento de mano, adiós y hasta nunca jamás. Tiempo total de la relación: 4 días, 14 horas y 23 minutos (Siiii, ya lo sé, era yo ligeramente… digamos… por decir lo menos… el-más-pendejo) Nota al pie:

(Pocas semanas después, un compañero, mas bien idiota, me contó una historia parecida, con el amor y el corazón en los labios… con una Mónica muy similar a la amada-mía, en un muy parecido colegio… Durante meses me juré que su Mónica y mi Mónica-amada-mía no eran las mismas… no importa si tenían el mismo apellido y la misma edad y si, sus descripciones coincidían bastante…)

(…Él seguía vomitando)

miércoles, 20 de agosto de 2008

Cuentos chinos

La primera vez que un cuento mío ganó un concurso literario de esos locales e insignificantes, el "representante del gobernador" se echó un largo discurso regionalista: Es un orgullo ver un talento poblano, dijo. En mi discurso, y nada más por joder, hice notar que no sabía si lo mío era talento pero que, en definitiva, no era poblano. Se le salieron un poquito los ojotes de las órbitas y una mirada de algo parecido al desprecio me fue lanzada. Como un acto de verdadero patriotismo, cuando me entregaron mi cheque, me lancé a la primera casa de cambio para convertir el premio en euros que de mexicanos no les quedaba nada.

    Hoy, me despertaron a las tres y media de la mañana los gritos de mi mujer. México, México, gritaba la muy infame. Cuando me vio abriendo mis ojotes espantado, se me lanzó al cuello. Ganamos, mi amor, me dijo con un amor eufórico que no le había visto hace como 4 años. Me sacudió como muñeco de trapo mientras yo luchaba por seguir durmiendo. Qué emoción, Qué emoción, y me asfixiaba con sus tetas que a esa hora habían perdido todo su erotismo. Qué chingada madre pasa, le pregunté con dulzura. Ganamos, Ganamos, volvió a decir la muy ingrata.

    Cuando al fin me consideré despierto, supe que un fulano de tal había ganado medalla de oro en no sé qué cosa de artes marciales. Me tocó ver como izaban hasta lo más alto una bandera tricolor y el cronista no cabía de la emoción gritando que aquel era un orgullo mexicano y otras pavadas por el estilo. Luego el himno nacional. La desgraciada mujer a mi lado lo cantó completito mientras unas pequeñas lagrimitas se le escurrían como prueba de su orgasmo nacional. Después, el pinche presidente llamó al triunfador para felicitarlo: Orgullo para México, una prueba del valor nacional, bla, bla.

    Cuando todo pasó, la dama despertadora decidió dormir a pierna suelta mientras mis ojotes seguían abiertos como platos. Como lo que seguía de las olimpiadas ya no incluía mexicanos, cortaron la transmisión y me volvieron a poner el anuncio de 2 horas de las fajas reductoras. Yo, sin sueño, no tuve más remedio que ponerme a pensar pendejadas. ¿El presidente había hecho algo para que ese sujeto ganara? Sospecho que no, se rumora que hasta los uniformes eran más corrientes que mis camisas de nylon y que el mismo tuvo que pagarse el avión mediante patrocinadores que ahora lo van a sacar anunciando condones M junto aquella alemana que asegura que nadie como un mexicano para un buen revolcón. ¿Será amante de mi mujer y por eso tanta alegría? Mierda, si hay un enfrentamiento yo le dejo el campo libre, no quiero que me meta su medalla de oro por el culo a punta de patadas.

    Con mis ojotes como platos llegué desvelado a trabajar. La gente llevaba banderas en los coches y tocaba el claxon al ritmo de: tu, tu, tutu tú. No se hablaba de otra cosa. A huevo, Sí 'ñor, Somos bien cabrones, me cae. ¿Somos? O sea que cualquiera de esos tilicos con corbata le hubiera puesto la misma madriza al otro pobre sujeto del que ya nadie se acuerda. Todos trabajaron como nunca. Juanito no perdió tiempo en Messenger con sus amores virtuales porque "tenía que trabajar" y Fernando no se hizo pendejo 2 horas frente a la copiadora. El pobrecito presidente ha de estar durmiendo plácidamente después de su desvelo. Pero, pues, qué carajo importan 40 millones de pobres si con uno que no lo sea basta. En 20 años, o en 10, o en 5, cuando ya ni quien se acuerde, podrá empeñar su medallita para no morirse de hambre. Total, al fin ya nos entró a todos lo patriotas, a patadas, como siempre.

    Me acaban de decir que hoy hay partido de la selección de futbol, o sea que, en unas horas otra puta orgía patriotera, donde el sexo será escaso, pero a qué bonito, a qué feliz, a qué patrióticos todos. Viva México cabrones, a patadas, otra vez, aunque mañana sigan los 40 millones de muertos de hambre, total, más llamaditas del presidente y ya estuvo, más gritos eufóricos y no hay pedo, más medallitas de oro (esto no va a pasar, pero supongamos) y que el mundo gire y gire, y que la orgía nacional continúe para siempre.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Dos crudas

Esa mañana me levanto con dolor de cabeza, no estoy en mi casa y dormir en el suelo nunca me había molestado, aunque esta vez duele la espalda. Creo que tomé demasiado. Por fin encuentro el baño y, cual rito, me miro al espejo. Qué cara. Éste nunca será mi mejor ángulo. Qué bien me haría una rasurada ¡y por dios, ya debo cortarme el pelo! Creo que todavía estoy borracho o el escusado se está moviendo en círculo. Tengo que acostarme otro rato. Salgo del baño y medio-miro a mi alrededor. Hay botellas vacías, ceniceros (demasiados), bolsas de papas y, una mujer tumbada boca abajo, justo al lado de m-i e-s-p-a-c-i-o en el piso. El recuerdo no es menos confuso. Por lo menos ahora sé que no dormí solo. La señorita (¿será señorita?) se mueve, me mira para después taparse la cabeza con “nuestra cobija”. Por su cara juraría que también le duele la cabeza. Qué fea es. Al mismo tiempo que me rasco la cabeza (tengo la manía de rascarme la cabeza justo antes de hacer cualquier cosa) camino evitando los obstáculos, ahora no sé cómo llegar hacia el lugar donde dormía. Opto por el sillón. Me preguntaba por qué no había dormido ahí en lugar del suelo. La respuesta llega en cuanto lo alcanzo, es igual de incómodo, pero más chico. Mi lengua tiene ese ya conocido sabor a centavo, y ahora es el sillón el que se mueve en círculos. Empiezo a recordar lo que pasó anoche, y por lo mismo prefiero semi-acomodarme para intentar re-dormir. Sé que no estoy en condiciones de entender lo que pasó. Sé que no me va a gustar lo que Pepe Grillo tiene para decirme. El sillón sigue haciendo círculos, la cabeza también, pero hacia el otro lado. Tengo un extraño zumbido en los oídos. Así no es fácil quedarse dormido.

lunes, 4 de agosto de 2008

Sensacional de Tarjetas de Crédito (I)

O lo que tienes que aguantar por tener dinero plástico
Contexto: Un domingo cualquiera. Estrenando tu primera tarjeta de crédito. "la fabulosa solución a todos tus problemas" (sic del agente de servicios del banco que te prometió bajar la luna).
Vestidito, bañadito y perjumadito, sales para tu bien y bonito día de shoping... (la neta es que me encanta la palabra)
Pasas al Sangrons por unos libros que viste ayer, y nomás están dos de los que querías, bueno ni modo, y pus vamos a estrenar la "tarjetita-abretodaslaspuertasalmundo" y zas, zaz, el primer tarjetazo.
(Entre tus mas recónditos miedos está el que, estés frente a la señorita de la caja, le extiendas la tarjeta con aires de hombre de mundo, levantes la ceja con desden, sonrías levemente... Y la señorita te diga - "hijole jovenazo, pos hora si que sta cabrón, porque su madre ésta no pasó, se me hace que no tiene crédito, no tendrá usté ai pa' pagar en cash?". Putamadre, ay no mames y justo cuando este bomboncito está a mi lado esperando en la fila, y chingue a su madre tu sonrisa, tus aires de mundo y tu ceja levantada que ahora se convierten en dos ojazos bien abiertos, porque sabes que tampoco traes "cash" y pus nimodo, habrá que devolver el articulito en cuestión y emprender la estratégica retirada a discreción...)
Total que el primer zablazo a la tarjeta no tiene problemas... (aires de mundo para recibirla, firmar el vaucher y devolver la pluma..., qué galante, qué hombre, qué seguridad de movimientos , qué barbaridad... Si estás hecho pa' esto me cai, y eso que te cagaban las tarjetas y los mamones que pagaban con ellas...) Ya con los libros en la mano y la seguridad en la nalga (dentro de la cartera por supuesto), te invitas un cafesito, te lo mereces, un rico cafesito pa' tomártelo bien despacito mientras te revientas la contraportada y el prólogo del librito que compraste... Al terminar pagas con todo el cambio que traes en el pantalón (porque pagar un pinche café con tarjeta ya es demasiado) y te decides, ahora sí, a empezar deveras tu shopin (sera que termina con "g"? Shoping, o asi se escribe aquí, en las altas eferas?... Mmmta, no sé pero cómo me gusta la palabreja esta) Total que para no hacerles más largo el cuento. Entras al Mall (wow qué hombre...) Y vas con tu carrito, ya con tu shoping (chulada de palabra) a la caja 3 y zaz, zaz... El segundo gran zablazo de del dia... Otra vez te ataca la misma pesadilla del "pinchepobresincredito" pero de nuevo sales bien librado del asunto... Sales con tu carrito lleno de pendejadas (porque, pa colmo, nomás compras puras pendejadas) y encuentras un cajero a la salida del Mall (que mamon se oye eso, verda?)
Y te dices a ti mismo... Con ceja levantada y postura reflexiva "mimismo, voy a checar cuánto tengo en la tarjeta porque tengo que medir mis gastos, no vaya a ser lademalas y pierda el control de mis gastos (si acaso lo has tenido alguna vez...)
Introduces la chingadera esa en la maquina aquella, digitas tu nip, lo digitas de nuevo porque a wuevo te equivocas, y procedes a pedir el saldo que esperas todavía sea lo suficientemente holgado... De pronto, a la máquina esa se le apaga la pantalla, se le prende y aparecen unas letras que te dicen no sé qué cosas. Te imprime un papelito y te quedas con cara de pendejo frente a la maquina -"pos ora, ¿qué paso?". La pantalla regresa a su imagen original dándote la bienvenida como cliente e invitándote a introducir tu tarjeta por el orificio aquel... -"¡¡¡cuál tarjeta!!!, si tu la tienes babosa!!! (le gritas a la máquina) no manches!!! ¿¿¿y ora que...??? Checas el papelito que amablemente te informa que tu tarjeta (ha chingado a su madre) ha sido retenida por cuestiones de seguridad y blablabla... Y muchas gracias ha sido un placer atenderle... Beeendito... ¿Y ora? ¿Qué paso?? (tú sigues con tu cara de pendejo frente a la madriola esa, todo ha sido más rápido que tu entendimiento, aunque, bueno, hay que aclararlo, muchas muchas cosas son más rápidas)
Obviamente vuelves a leer el papelito nomás pa checar si no leiste mal y seguramente dice: no se preocupe usté joven, todo ha sido un malentendido, en unos momentos le devolvemos su tarjeta y puede usted continuar con su maravilloso dia de shoping... Tomas el telefono celular y marcas el mentado 01800... Donde te contesta un muy amable ejecutivo del banco al cual le armas tal panchote, que los empleados de la tienda llaman rápidamente a los de seguridad para seguir atentamente tus pasos... Gritas, blasfemas, mientas madres y hasta dices "tontito" dos veces... Hablas hasta que el crédito del celular se agota. Cosa que te encabrona mas todavia, (son mamadas, como que se me acaba el crédito si éste es un número gratuito, por eso es 01800!!! Carajo!!!) El señor de seguiridad mas plantado te recomienda que le bajes a tu desmadrito puesto que tanto clientes como empleados empiezan a asustarse...por la amable forma de pedir del señor en cuestión (cara de pocos amigos y una mano en el rociador de gas) comprendes que es mejor sonreir amablemente y pedir disculpas...
El gerente de la tienda decide prestarte su teléfono para hacer las respectivas aclaraciones con el banco. Lo cual, al final de cuentas, sirvio para que: -Hablaras cuatro veces al banco. -Contaras la historia completita cuatro veces más -Te pidieran, en todas y cada una de esas cuatro llamadas, todos y cada uno de tus datos, (hasta el nombre ultrasecreto del osito de peluche que usas todavía pa' dormir: "Rapsonico" que, aclaremos, es tu contraseña de todos y cada uno de tus asuntos virtuales) -Te colgarán el teléfono cuatro veces después de advertirte cada uno a su modo que lo harían si no te serenabas un poquito... (lo cual, a su vez, obviamente te emputaba un poquitito más) -Cada uno de los "ejecutivos" te diera una version diferente de lo que pudo haber pasado a tu tarjeta; desde que en tarjetas nacionales eso tenía que pasar a huevo, hasta que debio ser una falla de luz y sería recomendable que usté se parara frente al cajero una media hora pa' ver (si de milagro) la cajita esa decide (escupir) emitir tu tarjeta... Al final de todo el teatrito, casi una hora después, los resultados son: un hombre sin tarjeta (llamémosle yo), dos bolsas llenas de despensa, dos cajas con articulitos innecesarios pero menos importantes, cinco encabronamientos seguidos, un gerente muy amable, dos empleados preocupados, un guardia de seguridad que te asignaron por aquello de los nervios, un peso con cincuenta centavos en la bolsa derecha del pantalon, un celular sin crédito, un estómago vacío, dos libros (nuevesitos) los nervios crispados y 45 cuadras de distancia a tu casa... Después de discutir con el gerente lo poco usual de la situación, amablemente te presta 50 pesotes que todavía no terminas de agradecerle pues con eso alcanza pal taxi y pa' meterte cualquier madre al estómago... Agradeces a todos los presentes por aguantar (y divertirse con) el "numerito", y con una sonrisa de esas que dicen: sí, soy un pendejo pero muchas gracias por tolerarlo, tomas un taxi que, misteriosamente, te espera a la salida del estacionamiento. Al llegar a casa, bajas las cajas, las bolsas, la dignidad y... ¿¿¿los libros???, ¿¿¿los libros??? Putísima madre, los pinches libros han decidido quedarse en el chingao carrito del super y no abordar contigo el taxi. 419 pesos con 50 centavos (el costo total de los libros) se van por el caño, tal como se va la caca cuando jalas la palanquita del water... (éstas son mamadas)

Profesiones varias

Hasta donde yo recuerdo, aunque francamente lo he pensado más de una vez, jamás me he quejado de la profesión de la gente que conozco. Si quieren contar dinero ajeno, calcular la pendiente de la vía láctea, conocer el clima de la Patagonia, saber cómo se reproducen los cangrejos, comprender por qué los políticos existen, decir que la realidad es un constructo social, tratar de resolver problemas que no son suyos, dividir a la gente en clases sociales o saber en qué consiste la penicilina, son cosas que me valen un pepino. Al fin, siempre es bueno oír distintas opiniones de lo que la gente dice que sabe. Y entonces, por qué tanta preocupación y tanta cautela con la mía. Media docena de sujetos me han dicho más de una vez: te voy a contar algo si prometes que no lo vas a publicar mañana. Y qué si lo hago. Si una tal Ema Bovary no hubiera conocido a un tal Flaubert no sería famosa, de hecho hubiera sido una casquivana cualquiera. En cambio, por esa bonita coincidencia, ahora hasta la bandera de las feministas es. En cada pequeña doncella vive una Ema escondida (en cada doncel vive un Emo, pero eso es otra cosa), en cada grito de emancipación Ema surge de lo más profundo de su ser para decir como Mel Gibson (también con faldita y enseñando muslo): ¡Freedom! Entonces, hasta deberían agradecer que uno los inmortalice. Además, jamás les pongo nombre, así que ni que fueran tan evidentes, ¿o sí? Ustedes cuenten, cuenten, que yo nada más callo, veo y escribo.

domingo, 3 de agosto de 2008

Batalla anti-spam

Desde que tengo una cuenta de correo electrónico me he acostumbrado al asunto del spam. Antes, inocentemente pensaba que yo era el único que sufría de estos males por suscribirme a un montón de pendejadas. Después supe que es uno de los comunes infiernos del mundo virtual. Cada día me llegan docenas de correos diciéndome que si doy click aquí seré millonario, que Bill Gates ha decidido donar su fortuna. Hace meses que espero mi cheque de varios cientos de miles de dólares. Cada día me escribe una tal Karen Parkson diciéndome que yo, nadie más que yo, estoy a nada de ganar el último concurso de Riders Digest. Claramente, soy pobre por estúpido. La verdad es que ser rico me da hueva, no sabría qué hacer con tanto dinero.

Ni qué decir de las cadenas, que detesto con toda mi alma. Ya recé 12 aves marías por la paz del mundo, salvé a las ballenas, firmé 14 veces para que el imbécil de George Bush detenga su estúpida guerra, firmé 8 para que destituyan al gober precioso, lloré a mares porque me he olvidado de Dios, le mandé de regreso a mis 900 amigos el mail que me enviaron diciéndome que soy su amigo también y los pienso cada día y he visto más mujeres desnudas que el dueño de playboy. Lo que me parece verdaderamente extraño es que, a pesar de todo eso, espiritualmente no me siento mejor, las ballenas siguen extinguiéndose, los gringos no saben qué hacer con Bazora, el gober precioso sigue inaugurando eventos públicos, Dios sigue sin aparecer en ningún lado, mis 900 amigos no aparecen cuando les llamo y las mujeres desnudas ya no me provocan una erección.

Hace algún tiempo que, entre todo, me llega también, con puntualidad inglesa, un mail cada día de una página de encuentros. Chilenas, mexicanas, brasileñas ofreciendo sus encantos para que yo les tire un lazo. "Soy linda, cariñosa, entregada" (traducción: soy fea pero buena gente); "Busco hombre trabajado y de buenos sentimientos" (traducción: busco un obrero calificado). También hay otros que dicen: "Soy caliente, busco nuevas experiencias" (traducción: soy virgen, ya no lo soporto); "Busco hombres dispuestos a todo" (traducción: quiero boda, 2 niños, 2 perros, un jardín enorme, un tipo que pague todo). Los hombres, que somos inocentes o pendejos, nos lanzamos cual perros tras la presa. Al cabo de varias desilusiones, regresamos a nuestro bodrio tlaxcalteca que, después de meses de súplicas, decide querernos un poco.

Como parece que en estos casos, lo que una mujer busca, sobre todas las cosas, es un hombre sincero, después de varias correcciones a mi perfil decidí mandar el siguiente mensaje: Mido menos de 1.60, era flaco (empiezo a ya no serlo), moreno no claro, ojos grandes enturbiados de malicia, nariz y boca prominentes, la parte izquierda de mi cuerpo no es simétrica a la derecha y no soy deportista. Fumo una cajetilla diaria, bebo socialmente y a solas, soy neurótico y bipolar. Mi algarabía se transforma en un segundo en una ira incontenible y quiero asesinar a los 12 pendejos que me rodean. También soy (muy) inteligente, suficientemente culto y con buena conversación, aunque a veces un poquito aburrido. Soy creativo, lo sexual incluido, aunque mi pene es pequeño y eyaculo pronto. Busco mujer inteligente también, con buena conversación, que guste de debates sin solución, que sufra de insomnio y que prefiera el sexo a los dolores de cabeza nocturnos.

Después de esperar por 2 semanas, trato de ser paciente. Lo que es cierto es que debió de haber funcionado de algún modo, porque cada día me llegan varios mails ofreciéndome viagra, retardadores y alargadores para mi pene vergonzoso.

domingo, 27 de julio de 2008

Lecciones de responsabilidad

La primera vez que me apareció un letrero que decía: "¿Eres mayor de 18 años?", di aceptar sin ninguna culpa, pues pasaba de los 20. Así que nunca supe lo que pasaría si aceptaba de todas maneras con 17 años encima. Creo que cualquiera sabría qué hacer, incluso uno de menos de 18. Aunque claro, si aquel menor fuera atrapado en flagrancia diría algo así como: "Yo no sabía lo que hacía, sólo tengo 17". ¿Ustedes le creerían? Sé de algunos padres inocentes; por fortuna, yo no soy padre y parece que tampoco tan inocente, por lo menos en esos casos. De cualquier modo me encantaría encontrarme a alguien a quien pudiera decirle: "Perdona, es que sólo tengo 30", y me contestara con infinita ternura: "Lo sé, lo sé, no te preocupes, no pasa nada". Pero no, esos días hace tanto que pasaron que ya nadie me disculpa porque yo no sepa qué carajo hacer cuando se descompone la lavadora o se rompe el cristal de la ventana y hay que barrer los restos del acontecimiento. Ahora resulta que tengo que saber cómo diablos convertir en comestible el montón de paquetes cuadrangulares que se esconden en el refrigerador. Hay quien dice que eso es ser responsable, yo guardo profundas dudas al respecto. En tanto, seguiré escribiendo hasta nuevo aviso. Espero que cuando vengan los reproches alguien me crea cuando le diga que empecé a los 17 y me exonere de toda responsabilidad.

jueves, 24 de julio de 2008

Crónica de una desilusión anunciada

Como todos los chicos del mundo, a los 15 años, mi mayor sueño en el mundo era conducir un flamante auto por las carreteras del país acompañado de una chica como Mónica Bellucci que me miraba como un héroe mitológico mientras yo le sonreía seductoramente. Tuve que esperar 15 años para la llegada de aquel automóvil. Con un poquito menos de ilusión que 15 años atrás (claro que, si se considera que en aquel entonces la ilusión era una orgía emocional, decir “un poquito menos de ilusión” no significa de ningún modo que no estuviera pletórico de alegría), llegué a la agencia a firmar los papeles que me comprometían por los próximos 3 años a pagar cada mes hasta el polvo de los rines. Salí conduciendo con el tiempo suficiente para llegar a la gasolinera y decir como todo el hombre de mundo que soy: Hasta el tope, por favor, mientras miraba en el retrovisor mis recientemente adquiridos lentes oscuros. Como soñé años atrás, aceleré en un alto para que el motor rugiera, miré a las chicas que pasaban esperando una mirada que se cruzara con la mía para hacerle la seña de subir a mi lado, sonaron a todo volumen canciones de mi disco más entrañable y me di el lujo, por primera vez en mi vida, de decir a mis amigos después de una reunión: ¿Alguno quiere un aventón? Daría la vida entera por volver a ver esa cara otra vez. Pero ya se sabe, ya se sabe, nada es para siempre. En pocas semanas ya había pasado por 15 baches que deshicieron los amortiguadores, 3 rayones decoraban los costados y el olor a nuevo se había desvanecido. Entre el seguro, la mensualidad, la gasolina, el aceite, los viene viene mis finanzas iban en descenso irremediable. Acostumbrado a llegar a todos lados a través de rutas de camiones, muchas veces me perdí y tuve que ir detrás de aquellos para encontrar el camino. Luego de varios meses de llantas ponchadas a media vía rápida, mentadas de madre en cada esquina, vueltas prohibidas, 20 vueltas a la manzana para encontrar lugar para estacionarse y otras cosas bellísimas, llegó el día del accidente. Como se adivinará “no fue mi culpa” sino de la señora gorda de la camioneta enorme que no sabe manejar. Mi coche quedó hecho pedazos y fue pérdida total. Cuando llegué con la aseguradora, me dijeron que el monto de mi seguro alcanzaba para cubrir las mensualidades que debía y que sólo restaban 800 pesos. Me entregaron el cheque que cambié en el banco de la esquina después de una fila inmensa. Un taxi por 100 pesos me llevó hasta mi casa. Los otros 700, los gasté ese mismo día en una borrachera sin precedentes. Hoy, sin coche, obeso como nunca (porque desde hace meses mi único ejercicio era de la casa al coche, del coche a la oficina, de la oficina al coche), sin dinero y con una derrota más en mi trasero, escribo esta nota entre los tumbos que da la ruta 33 y que me provoca una caligrafía horrenda. En los ocho meses que duró mi aventura de conductor, Mónica Bellucci nunca subió a mi lado. La única mujer que fue copiloto un día fue una venerable anciana que recogí por piedad cuando me recordó a mi madre. Tenía mal carácter y no, no me miró nunca como un héroe mitológico. Cuando bajó no me dio ni las gracias. Tal vez el error fue mío, porque tampoco le sonreí seductoramente.

miércoles, 23 de julio de 2008

Personalidad múltiple.net

Como todo lo de la vida real ha pasado a lo virtual, mi problema de personalidades múltiples también. Aquí el reconocimiento de varias. La primera es la personalidad msn. Ésta parece la más aceptada. Es platicadora, dicharachera y, lo que parece increíble, hasta simpática. Creo que por eso la gente le habla bastante bien, entre risas y chistes varios. La segunda es la personalidad investigadora, que se la pasa buscando cosas como: la manera en que se defienden los pulpos o por qué lloran los cocodrilos o cuántas horas son de aquí a Europa y de regreso. Ésta también incluye la ociosa game, que juega pendejadas on line con gente que no sabes si es gente, máquina o qué cosa. Luego estaba la personalidad Mr yahoo, o sea, la que escribía mails. Aquí empiezan los problemas. Los mails que escribía aquella eran de diversos tipos, no incluía cadenas, que le cagaban, y a veces se parecía a la msn, pero muchas veces existía para contar cosas en tono de melodrama y otras que se deshacían de tan cursis. Agonizó el día en que apareció otra y la sustituyó: la personalidad Blogger. Hela aquí. Además multiplicada en sí misma y divida en 3 (o tal vez 4). Una se burla de la vida, otra llora como magdalena por ella, la tercera recomienda libros, películas y música. La cuarta aún no se sabe lo que es, está en sus primeros pasos. Las ganancias y las pérdidas son las siguientes: —Mi pobre lectora de mails (porque hay que confesarlo, sólo era una) ha descansado un poco de tanta monserga mía. Espero que eso sea ganancia. —Ahora la monserga se hizo pública y triplicada. Pobres, indefensos, curiosos y desconocidos visitantes pasan por aquí de vez en cuando, por casualidad o por masoquismo, y gastan minutos valiosos de su tiempo en leer putadas seudoliterarias. Con franqueza no sé si esto lo podemos poner en las ganancias o en las pérdidas. Virtualmente, la Historia juzgará.

De película

Hace algunos meses, tratando de hacerme la vida más entretenida, y acostumbrado a la vida en renta, también renté el servicio de cine, o sea, una de esas membresías donde por 100 pesos al mes puedes entrar cuantas veces te dé la maldita gana. Nunca pensé que estás dos palabras (maldita y gana), fueran el inicio de nuevos sufrimientos. Esperé casi un mes para que me entregaran mi tarjeta, en eso días me perdí de varias películas que quería ver, pero mi pobreza (o mi tacañería) me hizo esperar, aunque no con mucha paciencia. Por fin la tuve. Ese día me vi 3 películas en un solo día, volví al siguiente y al siguiente. Así por 2 ó 3 semanas. Pero nada es perfecto. Para la cuarta semana, las películas de mi interés eran una o dos por semana, aunque había la promesa del verano que, según me contaban los que sabían, era la gran temporada del cine. La esperanza me llenó de ilusión. Entre tanto vi algunas cosas interesantes que valieron la pena. Cuando se acabaron las opciones, empecé a ver cosas como “Amor en las vegas”, “déficit” y cosas peores. Me reía a veces. Mis neurosis volvieron a perseguirme. Descubrí que el miércoles es mal día para ir porque llega gente al 2 X 1, así que los pendejos se multiplican, y en pareja, que es lo peor. El novio le explica a la novia, entre susurros y besos, la película en cada escena y ella, que es, o se hace, pendeja, escucha todo con veneración. Para sumarme al populus traté de hacer lo mismo. Claro, no funcionó. Mi vocación de maestro tiene un límite y, en todo caso, espero alumnos con un poco, si no de inteligencia, si de imaginación (eso es bastante difícil de conseguir, por eso dejé de dar clases, excepto a un par de personas que se han ganado un poco de mi respeto). La solución era sustituir lecciones de cine por besos pero, como en esos casos soy cuadrado cual alemán, prefiero ver la película y dejar los besos para mejor ocasión. Con esta filosofía mis compañeras de cine me abandonaron a falta de explicaciones y/o besos. Así que el miércoles salió de la lista y regresé al café. Después eliminé el domingo también. El olor a “nachos”, palomitas y cosas peores, más la voz idiota de un tipo con mujer y 4 hijos que le explica a toda la familia, según su “docta” versión, de qué va la película, mientras los niños repiten cada 2 minutos, Por qué papi, por qué, me hizo estar a punto de hacer realidad mi instinto de asesino en serie. Para evitarme problemas con la ley, decidí quedarme en casa. Los demás días son soportables, pero el lunes no puedo ir (por la mencionada vocación de maestro), el martes tampoco (por mi no mencionada vocación de alumno) y el viernes me volví borracho profesional. Así que solo quedan jueves y sábado. Y estos dependen de que haya algo decoroso que ver. Sigo esperando que la promesa, que comienza a parecerme falsa, de que el verano trae lo mejor del cine, se cumpla. Por favor señores, tengo que desquitar de algún modo los 100 pesos que pago al mes y, sobre toda las cosas, tener un poco de pasiones en esta vida aburrida y fanfarrona. Sería lindo que me regresaran las malditas ganas, del cine o de algo más.

viernes, 18 de julio de 2008

Venganzas literarias

—¡Ah, una novela!¡Cuéntamela, por favor! No sin tropiezos, comencé a intentar contarle el argumento. Un pintor en busca de encontrar el sentido de su obra y al mismo tiempo de la vida misma mientras sostiene una relación tormentosa con una mujer que lo abandona cada tanto pero que regresa siempre, hasta que al fin un día. Me costó casi 10 minutos darme cuenta que por lo menos hacía 8 que no me hacía ningún caso. Seguí hablando un poco más, poniendo énfasis en ciertas palabras para ver si lograba alguna reacción. Nada. Ella me estaba mirando, atentamente. Era lo único que hacía con atención. En realidad tampoco me miraba, pero parecía que sí. Hice una pausa a propósito. Sigue, sigue, me dijo con un falso entusiasmo que sacaba de quién sabe dónde. No me acuerdo si le conté todo o empecé a contar otra cosa mezclándola con el argumento original. Me acordé de una novela de Carlos Fuentes, creo que la región más transparente, donde un escritor encontraba una nota de su amante donde le decía a otro algo más o menos así: “Amor: pronto estaré contigo. Los escritores sirven para tener ideas de lo que luego haré deveras contigo”. La cita no es exacta, así la recordé. No sé lo que pasó después; creo que me aplaudió emocionada. En venganza, no me la cogí nunca, aunque la llamaba dos o tres veces por semana para contarle más y más detalles de una novela que estaba llena de imprecisiones. Aceptó ir conmigo muchas veces, hasta que un día.

Puñales que no hieren

Hace ya tiempo que conocí a Andrés Calamaro por otras influencias. Me encantaba oír y cantar aquel estribillo de:
"Flaca, no me claves
tus puñales
por la espalda
tan profundo
no me hieren,
no me hacen mal".
Era feliz cantando aquello hasta que una perversa amiga me hizo notar con punzante sarcasmo:
-¡Ay, querido! Si no hicieran mal no habría canción y mucho menos la cantarías.
Me quedé mirándola con la cara de lo que en realidad soy: un perfecto idiota.
Y ya no le dije nada.

domingo, 13 de julio de 2008

Viva sin drogas

Hace tiempo, pasaban en la tele un comercial donde un fulano se quedaba dormido con su churro de mota en la mano y el colchón comenzaba a incendiarse mientras aparecía un slogan que decía: vive sin drogas.

Pero inconsciente como es uno, no hace caso. Así que tengo la bonita costumbre de fumarme un cigarro (de tabaco) antes de dormir. Y pues sí, como la realidad supera a la ficción, que me sucede.

Mi insomnio, que es mucho y diario, me ha salvado siempre, pero unos cuántos whiskys hicieron el milagro de dormirme a la segunda fumada. 5 minutos después me despierta un humo mayor que un habano y una pequeña flama que anuncia catástrofes varias. Entre sueños, apagué como pude aquel conato de incendio y seguí durmiendo plácidamente. A la mañana siguiente, encontré un enorme agujero en el colchón y en la cobija, varias neuronas muertas y entonces me prometí no volverlo a hacer. Con una advertencia basta.

Así que ando buscando una mesita de material no flamable que pueda acomodar en la orilla de mi cama. Y como estoy decidido a vivir sin drogas, mañana a primera hora cancelo todas las putas tarjetas de crédito que ya me tienen hasta la madre. Así que seguiré con mi colchón agujerado, sin remedio. Lo de la mesita la pago al contado por si alguien tiene una.

martes, 8 de julio de 2008

Homo erectus

En un acto de imprudencia, se me ocurrió confesar a alguien un día:

—Me siento solo.

—¿Y cómo es la mujer que buscas? —me contestó.

Ay, madre mía. ¿Pues que una declaración de soledad implica siempre a una vieja? Claramente uno tiene necesidades físicas que cubrir, que se van subsanando de la mejor manera que es posible, pero de ahí a querer una riña cada vez por el sabor del helado o elegir el lado de la cama (lo cual ya implica que no hay uno sobre otro) o cómo repartir el pinche salario entre dos, hay una distancia de aquí a Marte y de regreso.

¿Y quién dijo que uno "busca" a una mujer? En el mejor de los casos —o en el peor de ellos— la encuentras de pronto. Tal vez la confusión venga de nuestros ancestros mayas que usaban el mismo verbo para ambas cosas, o de mi incertidumbre en italiano que aún no logra resolver cuál significa qué entre trovare y cercare.

¿Y qué entenderá la gente por soledad? O peor, ¿qué entiendo yo? A lo mejor entre esas raras enfermedades confusivas mías (como diría cierta colega a quien hay que reconocer el crédito de la frase para que no haya queja después) está mi falsa definición de aquello.

Claramente, la mía incluye también, y sobre todo, ausencias intelectuales que son difíciles de llenar aunque, claro, parece que soy el único que parece preocupado por esto. Para el resto creo que las caderas ganan siempre la partida.

Después de toda mi monserga, me miró como bicho raro, con una compasión infinita. Con voz confidente y una palmada en el hombro de complicidad, me contestó:

    —Te entiendo, amigo, no es fácil salir del clóset.

    Una vez más, la teoría comprobada. Hay en el ambiente una soledad insoportable.

Conspiraciones cósmicas

Eso me pasa por andarle haciendo caso a la gente. Todo porque alguien me convenció de conocer a una conductora de radio para no sé qué proyecto que me interesaría. ¿Pues no habíamos dicho ya que se evitaran a las conductoras o que, en su defecto, les mantuviéramos la boca cerrada? Pero no. Llego yo, con mi cara —y todo lo demás—, de malparido a buscar a una cierta fulana de tal que me esperaba sonriente en la mesa de algún café conocido. Supe entonces cuál era aquel proyecto "que me interesaría muchísimo". Su cara llena de ilusión la delató al instante. Acostumbrado a estos avatares femeninos, la saludé familiarmente, como si nos conociéramos de toda la vida. Me pedí una cerveza y me senté a escuchar cómo se vendía sin pudor alguno.

Lavaba ropa sin guantes, con guantes no es lo mismo — ¿pensará lo mismo sobre otras cosas?—, era muy cariñosa, siempre atenta y hacía un caldo de camarón para chuparse los dedos que algún día en su casa tendría que probar (¿?). Las cervezas siguieron corriendo y los escotes se aflojaron un poco. Los toques en el brazo y en la pierna se volvieron recurrentes. Me mostraba, "casi sin querer", que sus mejores encantos eran una par de senos protuberantes. Bromas sexuales de varios niveles acompañaban la amenísima charla mientras yo trataba de reírme y participar en una conversación que no me hacía la más mínima gracia. Las clases de actuación tienen sus ventajas, no cabe duda.

Y para colmo de mis males, leía. Putísima madre. De un enorme bolso sacó un libro "fantástico" que hojeé mientras ella iba a tirar la mitad de las cervezas que llevábamos y que no sé si pensaba pagar. Frases célebres como "ve y hazlo", que Nike descubrió bastantes años atrás, y "si algo va a salir bien, saldrá bien", antítesis de la ley de Murphy, me hicieron pensar que por lo menos para ella, en ese preciso instante, todo debía de estar saliendo perfecto a causa de las cervezas.

Cuando regresó ya me imaginaba el resto. Me habló del maravilloso contenido de aquel mamotreto y de otros del estilo. Por qué, por qué. Qué he hecho yo para merecer esto. Imploro a dioses conocidos o desconocidos, a demonios cristianos, paganos y de los otros. Otra vez el universo volvió a conspirar, pero no como la prédica de aquel falso profeta, sino para mi infelicidad y mi desasosiego. Plutón (que ya ni siquiera planeta es) orbitó en la constelación del pinche alacrán ese y resulté, según mi carta astral, de una energía inusitada que debí de haberme gastado previamente en la última corretiza al camión porque ahora ya empezaba a contener el bostezo. Supe mi coincidencia de mi signo con el suyo y de las cualidades de las que veníamos provistos desde el inicio de los tiempos.

Asentí, sonreí calladamente. Dudé de las propiedades afrodisiacas de su caldo de camarón y al final, casi al borde del delirio, sin proyecto radiofónico de importancia, dije para mis adentros, y luego para mis afueras: ¡Pero por qué no te callas!

No sé por qué la gente cree en tanta patraña. A estas alturas de mi vida, no creo ya ni en Dios ni el diablo ni siquiera en la Vía Láctea.

Dicen mis detractores que me obstino en cultivar mis neurosis. Pues bien, tal vez tienen razón, pero ¡Y por qué no se callan!

martes, 10 de junio de 2008

Días Nublados

Éste es uno de esos días de sábado en que uno no desea otra cosa que quedarse tirado en la cama, en posición fetal, tratando de mantenerse en estado catatónico el resto del día. Pero basta que uno tome tales decisiones para que todo se vaya a la chingada de inmediato. Las 9. Suena el teléfono para comunicarme que en este momento han decidido cortarme el servicio por falta de pago, al mismo tiempo un mensaje en el celular avisando que si le pongo crédito me dan el doble. Ironías de la vida. Va uno al refrigerador y descubre lo mismo que la noche anterior: no hay ni madres. Para colmo, cajetilla vacía. Bien, bien, vamos muy bien. Me pongo lo primero que encuentro —sí, sí, el mismo pantalón de siempre, la misma camisa, soy un retrato ¿y qué?—, y salgo a la calle a buscar en un oxxo el menú del día: maruchan, jugo, pizza de microondas y reposición de cigarros. Reflexión: nunca tener una novia nutrióloga. Se borran 2 teléfonos del directorio para evitar tentaciones. La sopa instantánea una mierda, como siempre. Regreso y vuelvo a enterarme que no tengo sky —nunca he tenido y todavía no sale una suscripción a 0 pesos para un montón de escritores pendejos que lo pidieron—, así que miro aquel programa de revista donde sale una apócrifa cantante de buenas carnes que ahora se ha vuelto conductora haciendo acopio de toda la estridencia de su dulce voz. Reflexión 2: No tener novia conductora de televisión. Esta vez no hay necesidad de borrar ningún teléfono. Reflexión 3: Rectificación: Dado el caso, podríamos intentarlo siempre que le mantengamos cerrada la boca. Rectificación de la rectificación: Sospecho que es imposible. Ideas varias. Después trato de que la ducha me despabile. Salgo a la calle con la esperanza de la aventura, tal vez hoy la realidad supere a la literatura fantástica y me encuentre inmerso en la historia sin fin, en el aleph o en un monasterio con Jorge de Burgos comiéndose un libro de Aristóteles. Si nada de esto ocurre, con algo por contar me conformo. Reflexión 4: Chica que haya entendido lo anterior. El directorio comienza a quedar vacío. Calle, gente, mala película, café con crema y una plática con alguien que me vuelve a repetir por vigésima quinta vez el único tema que domina. Reflexión 5: Mujer con más de 3 temas y/o buen sexo. Regreso a casa. Reflexión 6: Hombre, mujer o bestia con más de 3 temas. Lo primero es tan difícil como lo segundo. Reflexión antes de dormir: Por qué carajo el directorio se ha quedado vacío. Reflexión entre sueños: Escribe un blog, así no le pides a nadie que te responda las cartas y en venganza puedes joder anónimamente la vida de varios al mismo tiempo.

domingo, 1 de junio de 2008

Benvenuto in Messico, il prossimo impero

Como parece que últimamente estoy influenciado por las críticas y las acusaciones (¡no! ¿En serio?), me ha venido a la cabeza aquella cosa de mi presunto malinchismo. Nada más porque llevo años aprovechando cualquier oportunidad para hablar de mis intereses internacionales que evidencian mis múltiples eufemismos sobre cierta persona que me ha sorprendido gratamente. Entonces todo mundo supone que, por una sola muestra, me creo el cuento de que ingleses, franceses o italianos usan mejor las neuronas. Aclaración: La estupidez no conoce fronteras. Claro que de este lado del mundo, Elba Esther, Televisa y Carlos Cuauhtémoc Sánchez no ayudan mucho para que por lo menos los planes de educación mejoren —un poquito nomás— el mejor uso neuronal, pero eso no significa que no exista posibilidad de que alguno del otro lado nos mire con ojos de ratón sorprendido cuando descubre que, debajo del penacho de Moctezuma, también uno conoce ese misterioso proceso llamado pensar. Gracias a cambios sustanciales que la crisis de los 30 y otros males me han exigido, he regresado a mis andanzas de salir de la ciudad en cuanto puedo para bumburizar un poco. Como tenía una reunión en la Universidad de Xalapa para tratar con alguien sobre ciertos asuntos literarios, he aprovechado la oportunidad para hacer un pequeño tour cómico-mágico-musical. Así que, después de mi reunión en sospechosos tintes intelectuales infructuosos, he aprovechado para estar en Tajín al día siguiente. No cabe duda que el asunto piramidal es algo fuera de serie y en los últimos años, por querer mirar hacia otro lado, me he olvidado un poco de estas cosas increíbles. Así que ahí me tienen tratando de llegar hasta la cima inalcanzable de una pirámide que los años de fumar impiden. Recuperado a medias del sofoco, mientras entre nubes veo que la realidad otra vez vuelve a tomar forma de nuevo, distingo a un grupo de 6 chicos —3 y 3—, que hablan un idioma que recién aprendo para mi próxima incursión en las Europas. Interesado por tratar de entender un poco y también con la mala intención de conseguir algún contacto en el futuro, que me reduzca la incertidumbre del mencionado viaje, me acerqué a los chicos intentando comunicarme con las 4 palabras que me sé. — Ciao. Voi siete italiani? —La sorpresa estuvo de mi lado. En seguida voltearon a mirarme con una sonrisa de complicidad. — Si, si, siamo di Milan. Tu parli italiano? —les expliqué —como pude— que sólo un poco y que necesitaba que me hablaran por sílabas para comprenderlo todo. Suficiente. Me unieron al club. Como siempre pasa, el interés mutuo por lo desconocido creó vínculos inmediatos. Me preguntaron, les contesté. Les pregunté, me contestaron. De aquella conversación se puede decir poco puesto que está llena de miles de: eh… este… eh… este… non capisco niente… de mi parte y múltiples risas, divertidas para el grupo, desesperadas para mí. Pero nos entendimos como mejor se pudo. ¡Y vaya que nos entendimos! Porque la sustancia de la conversación me quedó clara en absoluto. Al parecer, todos tenían la teoría de que las pirámides, que acabábamos de ver, fueron construidas por los extraterrestres. En vano quise explicarles. Mi penacho de Moctezuma ganó la batalla ante sus ojos. Cuando renuncié a participar de la discusión y me convencieron con argumentos interesantísimos, comprendí que muy pronto seríamos los dueños del mundo, porque todo era un plan para conquistarlo. Claramente, tan eficaz como los de Pinky y Cerebro. Llevamos 500 años esperando el momento en que, peruanos del Machupichu y mayas guatemaltecos o de Campeche o Chiapas, tomen el control para ser los dueños del universo. Bien, bien. H. G. Wells no era escrito sino profeta. ¿Qué les decía yo de que la estupidez no tiene fronteras? Mis intenciones de sociabilizar y hacer amigos se fueron a la basura. Seguramente, en unos meses, cuando esté en medio de Italia durmiendo en una estación de tren y con dolor en los riñones, porque no tengo dinero para el hospedaje y nadie que me reciba en su casa, voy a odiarme con toda mi alma porque mis orgullos intelectuales no han soportado mantener una relación con seres de esa capacidad neuronal que, a cambio de varias teorías de ese nivel, podrían proveerme de casa, comida y otras cosas mejores. Guardo la secreta ilusión de que, a pesar de todo, todavía exista alguien que me saque del apuro. Tal vez necesito una que otra lección de humildad que la vida se está encargando de darme con saña inaudita. Mientras tanto, me iré a dormir para hacer mañana lo que hago todas las noches. — ¿Y qué haremos mañana en la noche, Cerebro? — Lo mismo que hacemos todas las noches Pinky: Tratar de conquistar al mundo.

Llamadas anónimas

Las notas aclaratorias anteriores han causado mucho más suspicacias que las ya existentes. Para muestra un botón. Me llama cierta señorita, que en un acto de bondad su nombre no revelaré, y sostenemos la siguiente conversación telefónica. — ¡Óyeme, cabrón! ¡Tú nunca me has dicho si yo soy inteligente! — ¿Ah, no? — Estoy sorprendidísimo. — No, nunca. ¿Qué significa eso? — No sé, ¿tú qué crees que signifique? — Mi curiosidad transluce una sinceridad pasmosa. — ¡Ash! ¡Estás más naco que nunca! —Y colgó. Sospecho que puedo borrar su número de mi directorio sin culpa alguna.

martes, 27 de mayo de 2008

Notas aclaratorias

Debido a la enorme cantidad de mails que me llegan cada día —lo mismo para aplaudir lo que uno escribe que para atacar verbalmente—, es preciso hacer algunas aclaraciones que expongo a continuación: 1.- Para los aplausos no tengo más que decir que se agradecen hartamente. Sobre todo en estos días de tormenta tropical en que uno sabe si va o viene o todo lo contrario. 2.- Se me pregunta con insistencia sobre la veracidad de los acontecimientos aquí contados. Señores míos: La realidad siempre superará a la ficción; esto no es ni la mínima parte de la sarta de pavadas que uno tiene que soportar para sobrevivir en este mundo clasemediero, mediocre y falto de razón. Y como este espacio pretende ser una exposición de todo ello, entonces si se identifica, bienvenido. Si no, qué carajo hace perdiendo el tiempo: ¡Póngase a trabajar! 3.- Cierto grupo de señoras/señoritas, me ha acusado, tímida o abiertamente, de misoginia. Tal vez hay una confusión del término. De lo que se me puede acusar, y con justa razón, es de misantropía, que ni es lo mismo ni es igual. Esta última no incluye sólo odio a mujeres, también a hombres, niños y políticos sin importar clase, manía o condición social. Sépanlo ustedes: la humanidad es una bazofia y yo su vocero y representante. 4.- Aunado a lo anterior, el mismo grupo de señoras/señoritas, me ha acusado de que en mis crónicas todas las mujeres son pendejas y/u objetos sexuales. A ver, a ver, vámonos con calma. Yo nunca he dicho tal cosa. De pendejas, lo más que he dicho es que “odio a las mujeres pendejas”, lo cual no implica que todas lo sean ¿o sí? La humanidad, queridos míos, se divide en mi cabeza en 2 grupos: los medianamente listos y los otros. Entre mis amigos hay uno que otro de la primera especie, mujeres incluidas. No digo nombres para no herir susceptibilidades y vanidades. Las que forman parte de este grupo —lo acepto me sobran dedos en la mano— lo saben porque se los he dicho, las que no, una lástima, suerte en la próxima reencarnación (también podrían darse un paseo por alguna casa de sabiduría de 2 a 4 en que las zapaterías cierran para comer, pero no auguro mucho futuro). Lo de objetos sexuales eso si está muy interesante. ¡Dios del Huerto! ¡Hacédmela buena! Si cada mujer que se cruza en mi camino lo fuera no estaría perdiendo mi maldito tiempo escribiendo pendejadas y mendigando amores literarios. Sospechen en los días en que no escribo y festejen por mí, tal vez mientras ustedes sufren mi dolorosa ausencia yo ando de party con alguna amiguita con la cual lo último que pienso hacer es discutir su IQ. Además, podrán disfrutar al siguiente día un relato erótico que les provea algo para sus gastadas fantasías aunque, claro, por vanidad, advierto que en este caso la ficción superará a la realidad porque si cuento con veracidad periodística, no sólo perderé lectores sino también varias fiestas. 5.- Se ha insistido en mi insistencia —¡válgame dios!— sobre asuntos sexuales en mis relatos y de hablar de ciertas prácticas impúdicas abiertamente. Masturbación se llama, señoras/señoritas, y para más datos es lo que uno hace con su pene en erección masajeándolo hasta provocar que éste eyacule mientras se imagina uno jodiéndose a Angelina Jolie hasta volverla loca. Las mujeres, que siempre —o casi— son más creativas, suelen usar juguetes varios para estas prácticas (en eso de imaginarse a Angelina Jolie hay pocos cambios). Al parecer, en ambos casos, el cibersexo ha mejorado las cosas. Tengo que confesar mi poca experiencia en el ramo, pero después de algunas provocaciones con cierta doncella hace poco, comienzo a reconsiderar mi ignorante postura. Por lo demás, no creo que decir “el asunto sexual no mejoró las cosas” o “colección de pantaletas” signifique gran cosa. Además, es cuando regresamos al punto 2 y lamento decirles que se quedarán con la duda para siempre. Está bien, está bien. No hay tal colección y sí, el asunto sexual no mejoró las cosas. Empiezo a tener graves sospechas de que la sexualidad está íntimamente relacionada al IQ de los participantes. De ser el caso, Angelina Jolie debe ser un genio de la talla de Einstein. 6.- La historia de los manteles largos ha provocado algunas filiaciones y todos preguntan: ¿Acaso soy yo? A lo cual respondo con las siguientes cuestiones reflexivas: ¿se considera aburrido? ¿Gordo? ¿Pudoroso? ¿Tiene en su refrigerador la dieta del sol y la luna? ¿La oración de los buenos esposos? ¿Acostumbra comidas exóticas? Si contestó afirmativamente a más de 3 preguntas en breve recibirá sus regalías. 7.- Cierto psicólogo se ha adjudicado el protagonismo del último relato. Claramente sobre ese punto no hay dudas. Sobre los improperios públicos al mencionado sujeto, lo único que puedo decir es que ocultaban mi reconocimiento a su ilustre teoría que he comprobado ampliamente. El mal de amores es como el sarampión: entre más grandecito te da, más efectos colaterales produce. 8.- No sabía que entre mis lectores se encontraba un ejectutivo Axtel, aquella compañía telefónica mencionada en otro relato. Me ha asegurado que ni es gordo ni come pizza. Tendremos que creerle. 9.- Del asunto de los cuentos ya se ha hablado bastante. 10.- Amable lector, no sufra. Seguirá en el anonimato mientras usted así lo permita.

domingo, 25 de mayo de 2008

Consejos para ser feliz

—Lo que tú necesitas es que te rompan el corazón —me dijo con esa cara de psicólogo circunspecto que hace para evitar que un tipo como yo verbalice sus pensamientos: Pinche pendejo. Pero cómo va a ser. Qué necesidad tenía yo de que una perfecta desconocida hiciera, de mi ya de por sí frágil corazoncito, un bistec empanizado. Ya me lo rompe bastante mi editor cada que me hace repetir un cuento como si fuera un niño haciendo planas de la A. Yo, hombre de letras —de cambio—, que he visto más lágrimas por amores perdidos que por un funeral; que he sufrido de vergüenza ajena cuando mis más íntimos compañeros de parrandas se han arrastrado, sin pudor alguno, como unos imbéciles —el del consejo incluido— con tal de que la diva en turno les regale una sonrisa de limosna sin conseguirlo; que supe de una madriza de proporciones cósmicas por robarse a una doncella de buenas carnes y de moral distraída; cómo iba a permitir que un bodrio tlaxcalteca me quitara el poco sueño que aún me quedaba por aquellos días. Así que lo mandé, filosóficamente, a la chingada. Feliz y convencido, me entregué a los placeres eventuales que me proporcionaban lindas señoritas —la mayoría ni tan lindas ni tan señoritas—, para saciar mis apetitos y los suyos. Coleccioné docenas de teléfonos, varios puntos para el ego y algunas pantaletas. Como buen hotel de paso, el corazón no mantenía a sus huéspedes por más de 3 horas; casi ninguna mereció excepción. Pero un día sucedió, inesperadamente. Le dije hola y no hubo forma de decirle adiós. Cambié los cuentos por las cartas y el hotel de paso por casa con enganche y en mensualidades a plazo fijo. Le prometí, me prometió; le descumplí, me descumplió. Y más temprano que tarde, sin darme cuenta siquiera, me vi arrastrándome por las aceras suplicándole perdón por algo que nunca supe lo que había sido. Neruda tuvo razón entonces: corto el amor, largo —como la Avenida Insurgentes o el Océano Atlántico— el olvido. Bajé como 5 kilos, tuve miedo de desaparecer y lloré como niño abandonado en el primer día de escuela. Yo solo me bebí la mitad de las reservas etílicas de Jamaica, el insomnio desacreditó adjetivos conocidos, perdí el trabajo, la dignidad, la cartera y, emulando al mencionado Pablo al revés, escribí 20 canciones desesperadas y un poema de amor que se deshacían de tan cursis. Perdidos los amigos, borrados los teléfonos, quemadas las pantaletas, ausente la susodicha y el ego hecho pedazos, cuando el huracán tomo tintes de tormenta tropical, me armé de valor y regresé con mi amable consejero. —Pues bien, me han roto el corazón, ¿y ahora, qué sigue? —Nada —contestó con esa cara de psicólogo circunspecto que hace para evitar que un tipo como yo verbalice sus pensamientos—. Sólo tenías que vivirlo, mi rey. Lo volví a mandar a la chingada. Esta vez sin actitud filosófica alguna. Después, me fui a buscarla a ver si me regalaba, otra vez, una de esas sonrisas de limosna que le salían tan bien y tan lindas.

sábado, 24 de mayo de 2008

Lo silvestre de la independencia

Facundo Cabral —sí, sí, aquél que no era ni de aquí ni de allá—, me proveyó, a mis párvulos 13 años, de la justificación que mi pudorosa mentecita católica, apostólica y romana necesitaba en aquellos días. Uno comienza por sentir ciertos y extraños signos de la adolescencia. Un escote discreto en el autobús basta. De pronto aquel órgano —que el pudor lingüístico denomina con nombres absurdos y ridículos—, empieza a dar claras, clarísimas, pero clarísimas, muestras de las emociones que invaden todo mi ser. Cuando eso pasa, parece que todos voltean a mirar y dicen: ¡Ah, mozalbete pervertido! Desde aquella época tome la costumbre de llevar un libro conmigo que leía poco, pero que servía bastante para cubrir esas partes pudendas de mi cuerpo en desarrollo. Con el paso del tiempo aprendí que un libro podía tener también otras utilidades. Por las noches rezaba bastante para suplicar perdones por mis impurezas. Claro, esto después del consabido acto de amor conmigo mismo, para que el arrepentimiento cobrara sentido. Y así viví durante años hasta que llegó la frase liberadora: “La masturbación es la declaración silvestre de independencia”. Y fui silvestre e independiente hasta la saciedad. Luego, seguí siendo silvestre, pero ya no tan independiente porque me conseguí una novia virgen. Así que lo silvestre aumentó en sentido contrario a la independencia. Besos pudorosos y caricias timoratas provocaban que las ansias corporales fueran en aumento y que no bastaran las noches conmigo mismo para saciar los deseos insatisfechos. Por fin sucedió. Una noche puse las manos en el lugar correcto, ella se volvió sexualmente activa y yo me dormí más temprano. Así olvidé aquellas prácticas unilaterales y me convertí en un ser social en toda la extensión de la palabra. Quién me iba a decir que una noche regresaría a mis prácticas olvidadas. Después que la última mujer en mi vida decidió abandonarme para practicar con otro lo que yo había escrito en un relato erótico, arribé al terrible estado de la castidad forzada. Mientras duró la tristeza, viví conforme a mi pena, luego pasé mucho tiempo en la espera de un no sé qué con no sé quién que, ya sabía, también acabaría en fracaso. Y una noche de insomnio regresé a aquellas artes exploratorias, sin buenos resultados. Que el gremio masculino me repudie, pero tengo que confesarlo: me aburrí terriblemente. Terminé el acto más por vanidad que por ganas. Al parecer mis apetitos adolescentes se han transformado en todo menos en independencia y no tengo más que ir en busca de una que, después de súplicas varias y algunas presunciones inexistentes, ceda ante su pudor católico, apostólico y romano. Ahora mi independencia silvestre está supeditada a esperar ese no sé qué, con esa no sé quién, no cuando yo quiera, por supuesto, y a cambio de varios dolores de cabeza, fingidos de su parte, verdaderos de la mía.

martes, 20 de mayo de 2008

Los cuentos que te cuento

Soy escritor, le dije con tímido orgullo, para impresionarla. Escribo cuentos. Cuentos, qué padre, a mis sobrinitos les encantan. En vano quise explicarle que mi relación con Blanca Nieves era bastante lejana, porque no me dejó hablar. Ay, a mi me encanta leer. Lo último que leí fue a Paulo Coelho. Divino. Seguro que tú has leído todos sus libros, ¿verdad? Ay no, qué preguntas hago, claro que tu has de leer de todo. Y dime, seguro te encantan los niños, por eso escribes para ellos. Ay, has de ser bien tierno. El otro día leí uno de un osito que era una lindura ¿no lo escribiste tú? A mi me encantan los hombres sensibles, y si les gustan los niños son un sueño. Ay, qué cosas digo, qué vas a pensar de mí, si tú has de ser aún mejor con todas esas cosas hermosas qué escribes. ¿Sabes? Me encanta hablar contigo. Eres tan interesante. Además sabes escuchar como nadie. Eres un encanto. Aclaraciones pertinentes para el amable lector que ha llegado al final de esta monserga: 1. La única fantasía que he tenido con Blanca Nieves ha sido erótica, y no muy buena, hay que decir. 2. En mi único intento de hacer un cuento infantil hubo demasiados muertos. 3. Entre Paulo Coelho e ir al cine a ver Gobernator 25, pregúntenme qué prefiero[1]. 4. Claro, escribo cuentos, por tanto, para niños, luego entonces soy tierno. Descartes estaría orgulloso. 5. Sobre el cuento del osito, no sé si se refería a uno sobre un oso polar que, sin lindura alguna, se cenaba a una pareja de enamorados perdidos en la nieve. Si era ese, entonces sí, sí es mío. 6. Yo odio a las mujeres pendejas, y si les gustan los niños soy estéril. 7. Qué voy a pensar de ella. Me lo sigo preguntando. 8. Mira, qué cosas, por fin una que piensa que escribir sobre muertes varias es escribir cosas hermosas. Punto para la dama. 9. Cómo no le va a encantar hablar conmigo si no he dicho más de 2 palabras. ¿Será por eso que soy tan interesante? 10. Claro, ¿quién carajo además de mí va a querer escuchar todo esto? 11. Lo del encanto es mentira, pero ayuda a la egoteca. 12. Sobra decir que el asunto sexual no mejoró las cosas. [1] NINGUNA DE LAS 2. POR ESO ESCRIBE UNO, NO POR TALENTO SINO POR EXCESO DE HASTÍO.

jueves, 15 de mayo de 2008

Protestas del corazón

Como me paso persiguiendo camiones (único ejercicio posible), voy a un bar por una copa y milagrosamente se multiplican, fumo más de lo que como y duermo casi nada, las protestas corporales empiezan a hacerse recurrentes. A tanta insistencia de los que me quieren, pero más de los que no me quieren, me he dado una vuelta, un paseíllo, dirían los toreros (con mucho menos dignidad y aún menos bizarría), por la casa de un cierto señor que me ha mirado cejijunto. Qué le pasa, preguntó solemne. Todo, contesté resuelto. A ver, a ver, vamos a ver. Pues esperemos que veamos. Me midió, por si fuera poco, un centímetro menos que la última vez; graves sospechas sobre la extinción de mi estirpe. Me pesó, 2 kilos más, asunto que la talla ya antes había confirmado. Me manoseó las carnes, me exploró las caries, me hizo repetir un Do de percho que se quebró al instante con una tímida tosecita, me obligó a leer minúsculas letras a una distancia increíble y me sofocó por 5 minutos en una horrenda caminadora. Después de ultrajar mi ser sin pudor alguno, se sentó con cara circunspecta mientras yo me vestía y trataba de controlar la respiración. Bien, bien –dijo-, le voy a recetar unas vitaminas, una rutina de ejercicio y una dieta (no grasas, no picante); además, debe dejar de fumar y de beber. También me dio un remedio natural para conciliar el sueño. Debe realizarse los siguientes análisis y regresar con los resultados la próxima semana. Salí de ahí con varios cientos de pesos menos en la bolsa y un no sé qué en el corazón. Y no, no me sentía mejor.

domingo, 4 de mayo de 2008

Tortura a domicilio

Vivir en una ciudad como ésta, lo acostumbra a superar sus terrores urbanos. Se cruza corriendo de una acera a otra, no vaya a ser que un conductor suicida termine con nuestro prometedor futuro; se aprende a no transitar por lugares oscuros en horas inconvenientes; se come el taco sin preguntar de donde salió la carne; y cosas por el estilo. Pero cuando tocan a la puerta, y una señorita con cara angelical y graciosa se deja ver por detrás de la ventana, que se va uno a imaginar que está a punto de enfrentar al más íntimos de sus terrores. Abro la puerta y la veo sonriente, con su batita blanca, muy mona, y con su hielera en la mano. Muchas veces antes he estado en una situación semejante, así que sé cómo comportarme. Hola, buenos días, coqueteo un poco, en qué puedo ayudarla. Ya sé que viene a vacunar para alguna cosa de esas horribles; como ni soy niño ni soy perro (al menos del tipo convencional), no me preocupo. Me anuncia que hoy es el último día de la campaña nacional de vacunación contra la rubeola y el sarampión. Cuántos años tiene, me pregunta con amable curiosidad. 29, contesto orgulloso y seguro de no correr ningún peligro. Ah, qué bien, porque la campaña es justo para personas de hasta 29 años. Sudor frío, palidez extrema. En cámara lenta, la veo inclinarse y abrir su tenebrosa hielera que guarda todos los males del planeta. Desenfunda con presteza una jeringa que muestra la descomunal aguja que ha de clavar en alguna parte de mi frágil cuerpecito. Descúbrase el brazo, me ordena siempre sonriente. Obedezco como una máquina y miro hacia otro lado mientras soy presa de fuertes temblores y terrores. De pronto, siento el ardor de ese infame líquido en mi minúscula e indefensa extremidad. Me invade un ligero mareo que se acentúa en los próximos minutos. La inyección ha sido en el brazo izquierdo, por una razón incomprensible, me duele la nalga derecha. Es normal, me explica, lo mismo que si en unos 10 días presenta un poco de fiebre, es parte de la reacción del medicamento. Y cuál es el motivo de la vacuna, pregunto para saber qué carajo pasaría si, en vez de permitir tal atrocidad, hubiera huido cual gacela ecuatoriana. Esto es preventivo, porque, si es atacado por estas enfermedades, corre el riesgo de que sus hijos nazcan con alguna malformación. ¿Y eso no me lo pudo decir antes? Maldita sea. De haber sabido, le hubiera explicado que ese riesgo no sólo era improbable, sino virtualmente imposible, debido a mi inexistente vida sexual y, sobre todas las cosas, mi inmutable conciencia de humanidad y de civismo que me obliga a ni siquiera desear ser el culpable de que otro pobre individuo venga a un mundo tan ingrato como éste. Me da una calcomanía para que me marque como sacrificado y se va con su batita y su tenebrosa hielera en pos de un nuevo incauto. Ahora que ya no hay “ningún” riesgo de ser padre de unos hijos bizcos, cojos, mancos o tarados, empiezo a buscar una posible madre (de mis hijos, quiero decir), no vaya a ser que un día, mis inmutables principios cedan lugar a mi instinto de buen padre, buen esposo y mejor obrero.

Neuróticos S.A.

Hace días que me siento irritable. Sí, sí, ya sé que todos dirán ¿y cuál es la novedad? Pero ni es lo mismo ni es igual. Que uno se encabrone por el paso de una mosca no significa que esté esperando el momento para que venga la tormenta. Es un proceso de explosión natural. Uno anda normal, normal, hasta de buenas, tan carismático como se es. De pronto algo pasa, se acaba el agua, te cortan la luz, te descuentan no sé qué diablos de la última quincena, te deja el último camión o se te poncha una llanta (la de refacción, para más datos). Entonces es cuando se siente venir algo desde muy adentro que se convierte en un grito o una mentada de madre; en el peor de los casos una batalla campal de dimensiones cósmicas contra el presunto culpable, los mirones y la señora de los cacahuates. Y eso no es andar irritable, sólo es el reconocimiento oficial de esta vida de mierda. Me refiero a esa otra cosa en la que, sin que haya una llanta ponchada o ausencia de agua justo en el momento en que uno parece muñequito de nieve por estar todo enjabonado en la ducha, se anda alterado sin causas aparentes, casi esperando que pase algo para armarla en grande, dispuesto a agarrar a madrazos al primero que se vea con cara de no poder con nuestra ira. Esto es a lo que llamo sentirse irritable. Consciente de mi circunstancia, he buscado soluciones. Leí mi horóscopo, fui al médico, me conseguí una novia sexualmente activa y hasta empecé a hacer ejercicio. Nada. Seguía sintiendo que hasta un hecho tan natural como ir al baño era causa de insatisfacción. Y así he seguido hasta el día de hoy, en el que por fin he develado la causa del evento traumático que me mantiene, y me mantendrá, indefinidamente, en este estado crónico de alteración. Hace 2 semanas, he ido a tomar un café. Hecho muy natural si se comprende que es parte de mis rutinas diarias. Así que llego, me siento cerca de una ventana para poder mirar un poco lo que afuera pasa, me acomodo, pongo lo necesario sobre la mesa (libro, celular, etc.) y llamo al mesero. Un café americano, un vaso de agua y un cenicero, por favor. En un momento le traigo el café y el vaso de agua, me contesta amablemente, el cenicero no es posible debido a la nueva ley antitabaco que impide fumar en lugares cerrados. Putísima, putísima, putisísima madre. Lo miro entonces con esa cara que uno pone cuando le avisan que hay que ir al proctólogo. Pasan largos, eternos segundos antes de que, con voz entrecortada, me atreva a decir: Póngame el café para llevar, por favor. Perfecto. Ahora, no sólo se seguirán ponchando llantas de refacción y se seguirá acabando el agua justo cuando uno no puede abrir los ojos, tampoco se podrá tomar un café con su inseparable compañero. Mientras escribo esta nota, en la televisión hay un spot del senado de la república que anuncia que ahora ya no habrá diferencia entre fumadores activos y pasivos. Claro. Ahora los únicos que quedaremos seremos fumadores… ¡neuróticos! Eso sí, que la ley COCOPA o la Reforma Hacendaria se vayan a la chingada. Ahora tengo la plena convicción de que no tiene ningún caso escribir estas líneas porque, legalmente, no habrá uno solo que me fume. Gracias.