jueves, 27 de mayo de 2010

Nos vamos al Mundial !!!! (o la misma historia)

Las hemos perdido todas... Perdimos la Conquista (la ganaron los tlaxcaltecas para luego dejarla debajo de un arbol triste a los españoles), perdimos la Reforma (o acaso la vez por ahi??), perdimos la Independencia (recuerdas al triunfante ejército trigarante del emperador?) Perdimos la revolución (o acaso tu sabes quien la gano??... fue Zapata??...Villa??... Carranza?? Obregon?? su mano?? ) Hemos perdido el empleo demasiadas ocasiones para recordarlo... el valor de la moneda, el par de cada uno de los calcetines, la vieja, la camisa, la seguridad de salir a la calle, la guerra contra el narco (cual guerra???), la autonomía y la dignidad (esa tremenda borrachera que empezó con botas y promesas de cambio y terminó con Martita aSegún en los Pinos)... No sabemos lo que es ganar!!! O lo olvidamos hace mucho tiempo Ya nos encanta ser los perdedores porque eso nos identifica con lo mexicano... Nos recuerda a nosotros, nos devuelve a lo que somos porque siempre lo hemos sido, es lo que mejor sabemos hacer, ya no con ganas, sino por simple costumbre, bonita tradición digamos.. sabemos, porque lo sabemos, que vamos a perder una vez más, pero con pundonor, con dignidad, con fuerza y con lo que quieras, pero vamos a perder... Nos enseñamos a ser los buenos de las películas (el Joaquin Pardavé que todos llevamos dentro), aunque eso signifique ser tontos (el Tin Tan nuestro de cada día), pobres (porque Pepe el Toro es inocente!!!), o simplemente los perdedores, eso sí, con redención y final feliz (tooodo sea por Cantinflas). Preferimos estar jodidos a ser los malos. Preferimos ser humildes a ser chingones, a ganar, preferimos hacer todo lo posible, tratar, intentar, dar nuestro mejor esfuerzo, entregarnos en la cancha.... Lo preferimos todo (lease toooooodo) a a traicionar nuestra "mexicaneidad", a dejar de ser lo que ya somos, porque fuimos y (creemos, queremos creerlo) seremos. Porque es más cómodo, es lo conocido, es lo que nos identifica y nos hace celebrar (hasta) bicentenarios.. Es más... chin chin al que gane, al que la arme chido, porque vamos a tacharlo de narco, creido, vendepatrias, corrupto y hasta político (ay no ande diciendo esas cosas por favor... diosnoslibre). Porque en México, lo óptimo, lo chingón, es quedarse como siempre, porque así, aunque jodido, vas a ser muuuuy muuuy querido por todos, porque te vamos a abrazar y consolar, porque sin trono ni reyna, pero eso sí, con un chorro de tequila, seguirás siendo el rey... tendrás nuestros oidos, porque podrás contarnos una y otra vez como es de injusta la pinche vida, y como sabes, porque lo sabes, que te robaron - el pinche gobierno, tu pinche jefe, el pinche árbitro vendido - y que nada de lo que te pasa es culpa tuya... Somos perdedores porque el vencedor siempre está solo... (lease a Cohelo) (y síganlo leyendo) "Por eso detestamos a Hugo Sanchez. "Ya se le subió". Y como un mexicano siempre se la tiene que pasar abajo, siempre tiene que quedarse atrás de otro, cuando un mexicano sube, deja de serlo... (...) Si la selección nacional se volviese ganadora no pasarían ni tres años antes de que todos los mexicanos la odiasen". Nos habría traicionado... Nota: El entrecomillado es de Heriberto Yépez del libro"La Increible Hazaña de Ser Mexicano"

Lectores anónimos

Érase una vez. Fue, creo, la primera frase que leí en mi vida (en realidad, lo primero que lee uno son cosas como "el oso Susú, la mamá Ema y el papá Pepe", pero se entiende que la gente siempre idealiza y espera respuestas más románticas). De ahí, me volví experto en leer todo que lo que se me atravesara ante mis ojos; lo mismo un libro de 900 páginas que el instructivo de mi scalextric. Podía pasar días sin dormir sólo para "terminar el capítulo". Esto, naturalmente, me llevaba al capítulo siguiente y al siguiente. Al parecer, este fue también el primero de lo que después se volvería una suma importante de vicios.

    Ah, pero estos tiempos modernos lo impiden todo. Cuando la gente pregunta, a qué te dedicas, suelen hacer una cara entre de duda, espanto y desaprobación cuando contestas, tan campante: leo (hay casos en que esa respuesta provoca elucubraciones esotéricas).

    El asunto es que entre la pérdida de tiempo que representan las jornadas laborales, las reuniones sociales, los otros vicios y otras minucias, uno acaba agradeciéndole al insomnio que siga permitiendo leer algo sin el ataque violento de la infame turba.

    Y no, en efecto, las mujeres no dejan leer. Así que es preciso elegir una de las 2 actividades por vez. En esos casos no hay posibilidad de insomnio lector. Lo que en realidad sucede no es que a las mujeres les moleste que uno lea, lo que les caga hasta el tuétano de los huesos es que uno se distraiga por 2 minutos de la única actividad que debiera ser importante, única e indivisible: admirarlas (influencia asquerosa de un tal Urieta que tuvo a bien joder la vida a todos con sus teorías contemplativas). A veces te permiten trabajar o ir al baño, pero sólo si eso reporta un beneficio considerable. ¡Y leer no reporta ninguno!

    En estas instancias, es preciso confesar que uno acaba sabiendo muchas cosas no por culto, sino por feo. Mientras las chicas persiguen deportistas, ¿qué hace uno? Pues lee. Mientras persiguen empresarios exitosos, uno sigue leyendo. Mientras van en pos de aventuras, superhéroes, caballeros, uno lee y lee y lee. Qué otra cosa queda por hacer. Y esto parece una maldición hasta que el hecho se revierte.

    De pronto, no sabe uno ni cómo ni por qué (supongo que cansadas de deportistas-superhéroes-caballeros), empiezan a mirar hacia este lado del mundo. Ser "intelectual" vende bien, no cabe duda. Uno se vuelve interesante, inteligente y hasta simpático. De no tener ni perro que ladre, empieza uno a entrar, lento, pero seguro, en la infame turba. Y así llegan las quejas del amigo Hein que no sabe qué hacer con las mujeres que no dejan leer. Claro que podemos hacer una recolección de firmas y esas pavadas en protesta, pero ya se sabe en qué acaban esas cosas. En cuanto vuelvan a aparecer frente a uno, sólo con tu camisa puesta, todo este discurso y hasta las quejas se van directito a la chingada.

    En este mundo, que gusta de actividades clandestinas, leer podría ser una de ellas. Aunque auguro que, tratándose de mujeres, se puede ser acusado de infidelidad y, en colaboración con los gobiernos, a los que se sabe de antemano que tampoco les gustan los lectores, meternos a todos en un campo de concentración con los ojos vendados y sin audio libros. Seriamos pocos, eso sí.

    Por mi parte, he notado que decir que soy escritor en vez de lector causa menos repugnancia. A las mujeres las prefiero lectoras o, en su defecto, les suelo decir que estoy escribiendo un poema inmenso a sus lindas curvas. Esto a veces funciona.

miércoles, 26 de mayo de 2010

La Calle

Se camina por la calle mientras se traga el aire,
sin dejar que el ambiente inunde los pulmones de las pupilas,
se voltea a ver el sol para saber si es hora de aflojar la corbata,
no para contemplar la luz que se filtra a través de las hojas del mundo,
se mira al mundo para pasar de vivir, sin sentir el paso y el paso de la vida,
se estudian los libros para contabilizar lo que se ha leído,
sin tramitar en la embajada el pasaporte visado al otro lado del espejo,
Se compra café por la calle para llegar despierto al trabajo,
no para que su aroma inunde los sueños y el erotismo de los sentidos
se come para vivir, no por el placer de tener el festín de una comida,
se cava una trinchera para defenderse de las hordas funestas de la rutina,
no para cimentar un castillo en el aire, de construir un imperio de niños,
se marcha a la batalla sin la esperanza de morir en ella y con la seguridad de caer prisionero,
se habla de revoluciones para vender armas en la frontera...
Se canta para enviar un mensaje, para gritar a los cuatro vientos,
para tararear la melodía que marca el compás del paso a paso,
del en vez en vez, del cuando a cuanto se oferta el milagro
de vivir para hacerle la vida miserable a la rutina,
Se mira al sol para saber que hace horas explotaron los dorados del amanecer,
para tener otro día en la búsqueda de la isla del tesoro,
para mantener un suspiro en el aire que no cotice en la bolsa de valores de una bolsa de mujer,
Se camina por la calle por el placer de sentir la piedra bajo el calzado,
se camina por la calle por la consciencia de estar de píe sobre el pavimento,
se camina por la calle por el orgullo de pararse espalda derecha, nariz desafiante,
se camina por la calle por el impulso que se crece a medida de los pasos
Si camino por la calle es para tomar impulso y con alas de cera poder volar,
Se vuela por el mundo para dejar abajo a los mortales en el camino a la inmortalidad.

lunes, 24 de mayo de 2010

Revoluciones de papel

Para cuando a mis amigos les dio por protestar contra gobernadores preciosos yo ya había dejado de creer hasta en la vía láctea y esperaba que la vida se nos fuera acabando simplemente. Como sea, me parecía una buena manera de sacar las neurosis dominicales cuyo único riesgo posible era ser asesinado por una pancarta o desmayar de deshidratación. Astutamente, en el servicio militar se enseña a plantar arbolitos en lugar de manejar armas de fuego, para evitar que los gobernadores preciosos pierdan sus lunares a punta de pistola en lugar de hacerlo con cirugía láser.

Uno acaba instalado en la modorra feliz de las revoluciones históricas, las quejas petulantes en un café y las protestas airadas contra una mujer que desconoce los principios elementales del crédito bancario.

¡Ah! Pero llega en la vida de todo hombre, mujer o quimera en que es necesario enfrentarse ante la injusticia social.

Y a mí, que de lo más profundo de mi ser me ha surgido la vena revolucionaria, ahora hago juntas de vecinos y recaudo firmas por lo excesivo que resulta el pago de la basura o la cuota de vigilancia. Y, como soy valiente entre valientes, no requiero de capucha alguna para ocultar mi identidad.

Querido lector: al final del presente, le invito a estampar su poderosa (firma, se entiende) para levantar la voz en contra de la muerte de las ballenas, la muerte de Paulette, la contaminación en el mundo, la corrupción, la pobreza, la injusticia y la guerra. Pero, sobre todas las cosas, en contra de las mujeres que no nos dejan ver el mundial en santa paz.

Estoy seguro que mi caudillismo llegará alguna vez a los libros de texto del cuarto grado. Además, sé de buena fuente que las labores heroicas suelen conseguir admiradoras.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Mercado de valores

Ay, ay, ay, ay, comienza siempre llorando y así llorando se acaba. Maldito José Alfredo. Pero lo que no podía decir ese humilde ranchero enamorado es que las lágrimas ya cotizan en la bolsa de valores y las plañideras reciben una prima asegurada. Y en UDIS ¡las muy cabronas!

Si algo te pasara, Dios no lo quiera, me dijo con una sonrisa colgatera el agente de seguros. Pues claro. Que me ha venido con la noticia, con el descubrimiento del siglo, de que, un día, Dios no lo quiera (pero va a querer, me cae que va a querer el muy hijo de puta) este humilde pluma fácil morirá de manera irremediable.

Oh, Dios, vengativo y cruel, que matas sin piedad a tus creaturas. Oh, Dios, insensato e infame que, no conforme con hacerme la siniestra irregular con la diestra, has osado ponerme en el vil estado de la vegetación irremediable. Hazme pues pagar en instrumentos financieros el costo de tus inmisericordes designios.

He de pagar a mis plañideras que, coño, por lo que cuestan, deben de estar deliciosas. Pagaré a mi viuda el precio de haber soportado mi tos de fumador por las mañanas, mi machismo irredento, mi disfunción eréctil, mi neurosis, mis fracasos literarios, mis negligencias deliberadas, mis besos sabor tabaco sin filtro, mi tetraplejia, mis 40 años de joderla con discursos nihilistas, su insatisfacción materna y una lista interminable. Y lo he de pagar con mi prima asegurada de altos rendimientos.

Extra, extra. Mi enfisema ya cotiza en la bolsa de valores. Mis 31 años ya producen rendimientos en Nacional Financiera. Mi colesterol está a la baja por culpa de las pendejadas de Bush.

Pero mi mujer, aún desconocida, llorará entre sábanas de seda mi pérdida irremediable mientras olvida entre los brazos de un cubano prostituto, pagado con mi seguro, lo horrorosa que ha sido la vida con un anciano decrépito que lo único que sabía hacer era fumar y beber y escribir pendejadas invendibles y lanzar imprecaciones contra cualquier ente animado o inanimado, real o figurativo. Y mis hijos, la sangre de mi sangre sin derramar todavía, aprenderán en una universidad privada y en 10 cuatrimestres, lo que hay que hacer para no ser un pobre diablo como su padre y como subir los bonos de sus estúpidos talentos.

Bendita sea la oferta y la demanda. Bendita la mano invisible que mueve las leyes del mercado. Bendita mi mujer que tendrá con que limpiarse las lágrimas. Benditos mis hijos que inventarán que son hijos de un premio nobel. Malditas las plumas que se acaban. Maldito Dostoievski. Maldito whisky. Malditas radiografías que delatan lo que Dios siempre sí quiso que sucediera.

Y el idiota de José Alfredo que, cirrótico como murió, estúpido y silvestre, creyó, y además cantó a los cuatro vientos, que la vida no vale nada.

Mas todo tiene remedio. Mi agente de seguros me ha pedido que recomiende a algunos amigos. Le he recomendado a varios. Sé que Sartre agradecerá quien llore por él una vez al año mientras él se pudre entre gusanos.