domingo, 12 de octubre de 2008

No smoking, please

Excusas por la reincidencia. Comenzaba ya mi proceso de resignación por la flagrante prohibición de ejercer mi derecho de fumador activo. A pesar de mis quejas, en el fondo comprendo que no tengo derecho a contaminar el aire “puro” de los otros (siempre me pregunto si Pemex, las fábricas y el ya no tan rampante capitalismo sí lo tienen) y trato de ajustarme a los embates de la civilidad. Así que uno busca un sitio adecuado para ejercer su derecho fumatorio y esperar con paciencia el momento propicio. Hasta aquí todo bien. Pero cuando uno, pendejo como es, decide, en un ataque de no sé qué absurda falta de conciencia, treparse a un avión por 12 horas, comete el acto más vandálico, más cruel, más vil contra uno mismo. La promesa de paraísos varios no basta. Se comprende el terrorismo en toda su expresión, se desea hacer una amenaza de bomba cuya sublime demanda sea un minúsculo cigarrillo, unas cuantas fumaditas. La mujer de junto, conforme el tiempo transcurre, se vuelve la musa inspiradora de los más horrorosos bestiarios. Me vale, me voy a ir al baño y me voy a tragar el humo. Pues no, idea estúpida. Gritaré súbitamente con fuerte y desenfrenada voz:¡¡¡¡¡ El 5 Copas!!!!!!!!! Aprovecharé la confusión para una larga, profunda fumada a mi dulce cigarrito, luego lo lanzaré a cualquier parte y mientras exhalo la espesa nube de humo, gritaré: ¡¡¡¡Fuego, fuego!!!! Tranquilo… Respira… Leamos un poco. Media página después de ver bailar letras en forma de volutas de humo, cerramos el pinche libro traidor. Música. Putísimo Gardel cantando: Fumando espero, a la mujer que quiero. Atisbo de cordura. Serenidad y paciencia, Solín, mucha paciencia. Maldito Kalimán de mierda, por eso no eres real, culero. Película. James Bond, con deleite infinito, se fuma un enorme Montecristo No.1. Más y más ideas terroristas. Empiezo a pensar en demostrar, bajo cualquier medio, que la mujer junto a mí usa peluca. No sé cuánto tiempo ha pasado, pero, al fin, seguramente falta poco para que acabe este suplicio dantesco. Y la mujer de junto, que juro usa peluca, dice algo como: Qué largo es el viaje ¿no? ¿Largo? Eterno, vieja infame, cruel como el tormento de la inquisición a los condenados. Y con mi más beatífica sonrisa le contesto un minúsculo, pero contundente: Sí. Y por si no fuera poco, deseosa que demuestre por todos los medios que usa peluca, continúa con la mejor frase que pudo habérsele ocurrido a la desgraciada: ¡Uy, sí, joven, y apenas llevamos 5 horas, todavía nos faltan 7, fíjese! ¿¿¿¿¿¿¿¿Qué quéeeeeeeeeee??????? ¡El 5 copas!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡Fuego, fuego!!!!!!!!!! P.S. El aeropuerto de Madrid es el paraíso: Cada 30 metros, hay una cabina de acrílico para fumadores, como una transparente ventana de colección de neuróticos que con la colilla del primero, encendemos el segundo cigarro y con la de éste el tercero. Por fin mi nublada vista comienza a reconocer más que sombras y las voces a mi alrededor dicen algo que otra vez tiene sentido.

1 comentario:

  1. y no se te pudo ocurrir ponerte un parche de nicotina?, digo cualquier cosa es mejor q estar abstemio

    ResponderEliminar