viernes, 29 de agosto de 2008

Vuele bajo

Después de meses de espera estoy a unos días de cruzar el charco, de oeste a este, para más datos. "Espera" es un decir. Un día, como aquella ratita de un cuento, no supe qué hacer con mi monedita y que me compro un boleto de avión. Pusilánime como soy, de ida y vuelta y por 30 días. Luego, por cosas que aquí no se van a explicar, me olvidé del asunto. Hace un par de semanas me quedó claro que no tenía un plan de viaje, ni ropa, ni maleta, ni dinero. En resumen: No sé a qué carajo voy.

Junté lo que pude, que al cambiarlo en el banco por la monedita aquella se desvanecieron los miles y se hicieron unas cuantas docenas, pero ya, carguemos pues con el doloroso penar de la paridad cambiaria. Andaré caminando por calles que no conozco y trataré de probar mi incipiente italiano. Inaugurase así mi ingreso oficial a la clase media, con sueños varios y frustraciones mayores, donde uno le cuenta a todo el mundo la maravilla de lo que va a hacer y tiempo después lo horrendo que ha salido todo. Se comprenderá por fin que andar cargando una mochila de veinte kilos 24 horas por 30 días no tiene nada de divertido, que la gente es igual de babosa en cualquier parte del mundo y que andar tomando fotos como japonés para presumir después con los amigos servirá para llenar aquel viejo baúl que ni uno mismo vuelve a abrir jamás.

Se dice que los viajes son la cosa seria de la gente superficial y la cosa superficial de la gente seria. No sé de qué lado estoy, tengo sospechas.

Dejo el changarro mientras tanto. Una pausa y se verá luego. Esperemos que haya historias, no tienen que ser grandes, con que haya historias basta. Y como diría Facundo Cabral: Vuele bajo porque abajo está la verdad.

"Escribo sólo por matar las tardes, por no ponerme a deshacer (o rehacer) maletas, por no andar, como el rey de los cobardes, mustio, con un ramito de violetas, en el sepelio de las decepciones". Joaquín Sabina.

Convocatoria para marcha de protesta.

Oh, fumadores del mundo, manifestaos. Id en pos del reclamado derecho de existencia, no sucumbir ante los embates de la represión.

SE CONVOCA A UNA MARCHA POR LOS DERECHOS DEL FUMADOR REPRIMIDO. SE MARCHARÁ SIEMPRE CON CIGARRILLO ENCENDIDO.NO HABRÁ GRITOS DE PROTESTA NI PANCARTAS. LA ÚNICA MUESTRA DE NUESTRA REBELIÓN SERÁ LA NUBE QUE HABRÁ DE ACOMPAÑARNOS.

POR RAZONES DE SEGURIDAD Y FUNCIONAMIENTO SE IMPLEMENTAN LOS SIGUIENTES DISPOSITIVOS:

  1. CADA 2 CALLES HABRÁ UN RELEVO PARA CADA FUMADOR DE LA MARCHA, SE SABE QUE LAS CONDICIONES FÍSICAS NO SON ÓPTIMAS PARA LARGAS DISTANCIAS.
  2. COMO SE PRETENDE NO CESAR DE FUMAR EN TODO EL RECORRIDO, HABRÁ TAMBIÉN RELEVOS PARA CUANDO SE EMPIECE A ENTURBIAR LA VISTA.
  3. NO LLEVAR NI PRODUCTOS NI MATERIALES FLAMABLES.

MARCHEMOS, HASTA LA VICTORIA (o hasta el enfisema, el cáncer o la muerte).

Lugar y fecha por confirmar.

Fuera de la ley

Cuando supe que no me dejarían fumar más en dónde se me pegara la gana tuve varias crisis de ansiedad. Hoy, que por fin mis más horrendos temores son legales, no tengo palabras. Me cuesta trabajo escribir, me tiemblan las manos y los dedos. He llegado al trabajo y, sobre el teclado de la computadora, me han dejado un recado en letras enormes: Ya está prohibido fumar adentro, si quieres fumar, afuera.

Con tranquilidad, con una serenidad inusitada en mí, encendí un cigarro. Di una larga, profunda, fumada y dejé que el humo se esparciera por la habitación. Luego, tomé una hoja y escribí un recado en letras enormes que después puse enfrente de mi escritorio: DESDE HACE AÑOS ESTÁ PROHIBIDA LA DISCRIMINACIÓN Y NO VEO LA DIFERENCIA.

Creo que nadie entendió, pero me dejaron en paz.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Guía didáctica para el amor en doce sencillas lecciones

Se llamaba Mónica. Era la Diosa mexicana de la Belleza y la ingenuidad, pelo negro y lacio hasta los hombros, ojos negros y naricita de gato, una sonrisa angelical, de esas que te recuerdan que el mal y la perversión no existen en las mentecillas, a veces inquietas, de las mujeres bellas. La historia con Mónica la cuento rápido, no hay mucho que contar: 1) La vi y me enamoré.

2) Me dije a mi mismo: mimismonomerecestenerunpene; Esa mujer está fuera de tu alcance, pues tienes baja autoestima (osea eres feo, no tienes cuerpo atlético, sudas y apestas como un mandril en celo y no, el BMW de la puerta no es tuyo…)

3) Me desenamoré

4) Con el corazón roto pero la dignidad intacta, me desentendí de ella y me enredé con otra (¿semi?) diosa mediopelo poco agraciada pero harto simpática.

5) Ella, Mónica se dio cuenta, y en un acto de sensibilidad, de gran humildad, fuera de todo narcisismo y sin pretensiones ególatras, pues el mal y la perversión no existen en las mentecillas, a veces inquietas, de las mujeres bellas. Me envió una carta declarándome una profunda y escondida admiración – no falta de erotismo – por estos ojos, que leían la carta casi sin aliento. … … 6) Vomité … … 7) Varias veces… … … 8) Me convertí en EL burro-que-grande-lo-tienes mas dichoso de la ciudad. Con más que autoestima; a u t o e g o l a t r í a. En el fuerte-atlético-interesante-intrépido-sexy- hombre-perfecto-para-ella.

9) Se volvió la mujer de mi vida, MI DIOSA personal, mi p-a-r-a-t-o-d-a-l-a-v-i-d-a y si… le debí pleistesía (palabra del vulgo tentregomicorazón: haz con él una rica ensalada con trocitos de verduras y salsa curry) y si… también, por adelantado, (sin pedirle, siquiera, acuse de recibo) le prometí amor eterno: de esos que duran para siempre…

10) Imágenes de boda, paseos por el campo, crianza de niños, risas y risas en la sala de una casa amplia y bien iluminada, con vejez compartida y te-extrañaré-cuando-no-estés-conmigo… y si… etecé y etecé. … … (… Uff… si, a mi también me daría pena ajena…)

11) Le expresé mi amor; puro y lleno de bombones rosados y ella me prometió lo mismo, pero más barato. Con algunos besos pudendos y mas bien mediocrones de por medio, pues (y cito textual:) “…es que no quiero desbordarme en el deseo y perderme a mí misma con tanto y tanto que siento por ti ahora, que, por fin, estamos juntos… vamos a amarnos despacio… si?

12) Los galanes que la merodeaban (¡que eran muchos!) vieron – atónitos – que ella me prefería a mí más que a toda aquella masa musculosa y verdosa (de billetes verdes se entiende) que le ofrecían a manos llenas. YO ERA EL REY DEL MUUUNDO!!!! Y desde la cima de mis fantasías (eróticas casi todas) los veía pequeños pequeños pequeñosJA (sonrisa triunfal) JA (risa sarcástica) y JA (carcajada de triunfoooo!!)

13) Entonces, en un acto de sensibilidad, de gran humildad, fuera de todo narcisismo y sin pretensiones ególatras, pues el mal y la perversión no existen en las mentecillas, a veces inquietas, de las mujeres bellas; tuvo a bien: quedar embarazada del dueño del BMW que nunca nunca dejó de estacionarse en la puerta.

Esto terminó por acabar: con mis sueños, con mis cualidades de burro grandilocuente, con mi dignidad y de paso con nuestra relación. La Mónica-amada-mía me dijo, mirándome de lejos y con un movimiento de mano, adiós y hasta nunca jamás. Tiempo total de la relación: 4 días, 14 horas y 23 minutos (Siiii, ya lo sé, era yo ligeramente… digamos… por decir lo menos… el-más-pendejo) Nota al pie:

(Pocas semanas después, un compañero, mas bien idiota, me contó una historia parecida, con el amor y el corazón en los labios… con una Mónica muy similar a la amada-mía, en un muy parecido colegio… Durante meses me juré que su Mónica y mi Mónica-amada-mía no eran las mismas… no importa si tenían el mismo apellido y la misma edad y si, sus descripciones coincidían bastante…)

(…Él seguía vomitando)

miércoles, 20 de agosto de 2008

Cuentos chinos

La primera vez que un cuento mío ganó un concurso literario de esos locales e insignificantes, el "representante del gobernador" se echó un largo discurso regionalista: Es un orgullo ver un talento poblano, dijo. En mi discurso, y nada más por joder, hice notar que no sabía si lo mío era talento pero que, en definitiva, no era poblano. Se le salieron un poquito los ojotes de las órbitas y una mirada de algo parecido al desprecio me fue lanzada. Como un acto de verdadero patriotismo, cuando me entregaron mi cheque, me lancé a la primera casa de cambio para convertir el premio en euros que de mexicanos no les quedaba nada.

    Hoy, me despertaron a las tres y media de la mañana los gritos de mi mujer. México, México, gritaba la muy infame. Cuando me vio abriendo mis ojotes espantado, se me lanzó al cuello. Ganamos, mi amor, me dijo con un amor eufórico que no le había visto hace como 4 años. Me sacudió como muñeco de trapo mientras yo luchaba por seguir durmiendo. Qué emoción, Qué emoción, y me asfixiaba con sus tetas que a esa hora habían perdido todo su erotismo. Qué chingada madre pasa, le pregunté con dulzura. Ganamos, Ganamos, volvió a decir la muy ingrata.

    Cuando al fin me consideré despierto, supe que un fulano de tal había ganado medalla de oro en no sé qué cosa de artes marciales. Me tocó ver como izaban hasta lo más alto una bandera tricolor y el cronista no cabía de la emoción gritando que aquel era un orgullo mexicano y otras pavadas por el estilo. Luego el himno nacional. La desgraciada mujer a mi lado lo cantó completito mientras unas pequeñas lagrimitas se le escurrían como prueba de su orgasmo nacional. Después, el pinche presidente llamó al triunfador para felicitarlo: Orgullo para México, una prueba del valor nacional, bla, bla.

    Cuando todo pasó, la dama despertadora decidió dormir a pierna suelta mientras mis ojotes seguían abiertos como platos. Como lo que seguía de las olimpiadas ya no incluía mexicanos, cortaron la transmisión y me volvieron a poner el anuncio de 2 horas de las fajas reductoras. Yo, sin sueño, no tuve más remedio que ponerme a pensar pendejadas. ¿El presidente había hecho algo para que ese sujeto ganara? Sospecho que no, se rumora que hasta los uniformes eran más corrientes que mis camisas de nylon y que el mismo tuvo que pagarse el avión mediante patrocinadores que ahora lo van a sacar anunciando condones M junto aquella alemana que asegura que nadie como un mexicano para un buen revolcón. ¿Será amante de mi mujer y por eso tanta alegría? Mierda, si hay un enfrentamiento yo le dejo el campo libre, no quiero que me meta su medalla de oro por el culo a punta de patadas.

    Con mis ojotes como platos llegué desvelado a trabajar. La gente llevaba banderas en los coches y tocaba el claxon al ritmo de: tu, tu, tutu tú. No se hablaba de otra cosa. A huevo, Sí 'ñor, Somos bien cabrones, me cae. ¿Somos? O sea que cualquiera de esos tilicos con corbata le hubiera puesto la misma madriza al otro pobre sujeto del que ya nadie se acuerda. Todos trabajaron como nunca. Juanito no perdió tiempo en Messenger con sus amores virtuales porque "tenía que trabajar" y Fernando no se hizo pendejo 2 horas frente a la copiadora. El pobrecito presidente ha de estar durmiendo plácidamente después de su desvelo. Pero, pues, qué carajo importan 40 millones de pobres si con uno que no lo sea basta. En 20 años, o en 10, o en 5, cuando ya ni quien se acuerde, podrá empeñar su medallita para no morirse de hambre. Total, al fin ya nos entró a todos lo patriotas, a patadas, como siempre.

    Me acaban de decir que hoy hay partido de la selección de futbol, o sea que, en unas horas otra puta orgía patriotera, donde el sexo será escaso, pero a qué bonito, a qué feliz, a qué patrióticos todos. Viva México cabrones, a patadas, otra vez, aunque mañana sigan los 40 millones de muertos de hambre, total, más llamaditas del presidente y ya estuvo, más gritos eufóricos y no hay pedo, más medallitas de oro (esto no va a pasar, pero supongamos) y que el mundo gire y gire, y que la orgía nacional continúe para siempre.

miércoles, 6 de agosto de 2008

Dos crudas

Esa mañana me levanto con dolor de cabeza, no estoy en mi casa y dormir en el suelo nunca me había molestado, aunque esta vez duele la espalda. Creo que tomé demasiado. Por fin encuentro el baño y, cual rito, me miro al espejo. Qué cara. Éste nunca será mi mejor ángulo. Qué bien me haría una rasurada ¡y por dios, ya debo cortarme el pelo! Creo que todavía estoy borracho o el escusado se está moviendo en círculo. Tengo que acostarme otro rato. Salgo del baño y medio-miro a mi alrededor. Hay botellas vacías, ceniceros (demasiados), bolsas de papas y, una mujer tumbada boca abajo, justo al lado de m-i e-s-p-a-c-i-o en el piso. El recuerdo no es menos confuso. Por lo menos ahora sé que no dormí solo. La señorita (¿será señorita?) se mueve, me mira para después taparse la cabeza con “nuestra cobija”. Por su cara juraría que también le duele la cabeza. Qué fea es. Al mismo tiempo que me rasco la cabeza (tengo la manía de rascarme la cabeza justo antes de hacer cualquier cosa) camino evitando los obstáculos, ahora no sé cómo llegar hacia el lugar donde dormía. Opto por el sillón. Me preguntaba por qué no había dormido ahí en lugar del suelo. La respuesta llega en cuanto lo alcanzo, es igual de incómodo, pero más chico. Mi lengua tiene ese ya conocido sabor a centavo, y ahora es el sillón el que se mueve en círculos. Empiezo a recordar lo que pasó anoche, y por lo mismo prefiero semi-acomodarme para intentar re-dormir. Sé que no estoy en condiciones de entender lo que pasó. Sé que no me va a gustar lo que Pepe Grillo tiene para decirme. El sillón sigue haciendo círculos, la cabeza también, pero hacia el otro lado. Tengo un extraño zumbido en los oídos. Así no es fácil quedarse dormido.

lunes, 4 de agosto de 2008

Sensacional de Tarjetas de Crédito (I)

O lo que tienes que aguantar por tener dinero plástico
Contexto: Un domingo cualquiera. Estrenando tu primera tarjeta de crédito. "la fabulosa solución a todos tus problemas" (sic del agente de servicios del banco que te prometió bajar la luna).
Vestidito, bañadito y perjumadito, sales para tu bien y bonito día de shoping... (la neta es que me encanta la palabra)
Pasas al Sangrons por unos libros que viste ayer, y nomás están dos de los que querías, bueno ni modo, y pus vamos a estrenar la "tarjetita-abretodaslaspuertasalmundo" y zas, zaz, el primer tarjetazo.
(Entre tus mas recónditos miedos está el que, estés frente a la señorita de la caja, le extiendas la tarjeta con aires de hombre de mundo, levantes la ceja con desden, sonrías levemente... Y la señorita te diga - "hijole jovenazo, pos hora si que sta cabrón, porque su madre ésta no pasó, se me hace que no tiene crédito, no tendrá usté ai pa' pagar en cash?". Putamadre, ay no mames y justo cuando este bomboncito está a mi lado esperando en la fila, y chingue a su madre tu sonrisa, tus aires de mundo y tu ceja levantada que ahora se convierten en dos ojazos bien abiertos, porque sabes que tampoco traes "cash" y pus nimodo, habrá que devolver el articulito en cuestión y emprender la estratégica retirada a discreción...)
Total que el primer zablazo a la tarjeta no tiene problemas... (aires de mundo para recibirla, firmar el vaucher y devolver la pluma..., qué galante, qué hombre, qué seguridad de movimientos , qué barbaridad... Si estás hecho pa' esto me cai, y eso que te cagaban las tarjetas y los mamones que pagaban con ellas...) Ya con los libros en la mano y la seguridad en la nalga (dentro de la cartera por supuesto), te invitas un cafesito, te lo mereces, un rico cafesito pa' tomártelo bien despacito mientras te revientas la contraportada y el prólogo del librito que compraste... Al terminar pagas con todo el cambio que traes en el pantalón (porque pagar un pinche café con tarjeta ya es demasiado) y te decides, ahora sí, a empezar deveras tu shopin (sera que termina con "g"? Shoping, o asi se escribe aquí, en las altas eferas?... Mmmta, no sé pero cómo me gusta la palabreja esta) Total que para no hacerles más largo el cuento. Entras al Mall (wow qué hombre...) Y vas con tu carrito, ya con tu shoping (chulada de palabra) a la caja 3 y zaz, zaz... El segundo gran zablazo de del dia... Otra vez te ataca la misma pesadilla del "pinchepobresincredito" pero de nuevo sales bien librado del asunto... Sales con tu carrito lleno de pendejadas (porque, pa colmo, nomás compras puras pendejadas) y encuentras un cajero a la salida del Mall (que mamon se oye eso, verda?)
Y te dices a ti mismo... Con ceja levantada y postura reflexiva "mimismo, voy a checar cuánto tengo en la tarjeta porque tengo que medir mis gastos, no vaya a ser lademalas y pierda el control de mis gastos (si acaso lo has tenido alguna vez...)
Introduces la chingadera esa en la maquina aquella, digitas tu nip, lo digitas de nuevo porque a wuevo te equivocas, y procedes a pedir el saldo que esperas todavía sea lo suficientemente holgado... De pronto, a la máquina esa se le apaga la pantalla, se le prende y aparecen unas letras que te dicen no sé qué cosas. Te imprime un papelito y te quedas con cara de pendejo frente a la maquina -"pos ora, ¿qué paso?". La pantalla regresa a su imagen original dándote la bienvenida como cliente e invitándote a introducir tu tarjeta por el orificio aquel... -"¡¡¡cuál tarjeta!!!, si tu la tienes babosa!!! (le gritas a la máquina) no manches!!! ¿¿¿y ora que...??? Checas el papelito que amablemente te informa que tu tarjeta (ha chingado a su madre) ha sido retenida por cuestiones de seguridad y blablabla... Y muchas gracias ha sido un placer atenderle... Beeendito... ¿Y ora? ¿Qué paso?? (tú sigues con tu cara de pendejo frente a la madriola esa, todo ha sido más rápido que tu entendimiento, aunque, bueno, hay que aclararlo, muchas muchas cosas son más rápidas)
Obviamente vuelves a leer el papelito nomás pa checar si no leiste mal y seguramente dice: no se preocupe usté joven, todo ha sido un malentendido, en unos momentos le devolvemos su tarjeta y puede usted continuar con su maravilloso dia de shoping... Tomas el telefono celular y marcas el mentado 01800... Donde te contesta un muy amable ejecutivo del banco al cual le armas tal panchote, que los empleados de la tienda llaman rápidamente a los de seguridad para seguir atentamente tus pasos... Gritas, blasfemas, mientas madres y hasta dices "tontito" dos veces... Hablas hasta que el crédito del celular se agota. Cosa que te encabrona mas todavia, (son mamadas, como que se me acaba el crédito si éste es un número gratuito, por eso es 01800!!! Carajo!!!) El señor de seguiridad mas plantado te recomienda que le bajes a tu desmadrito puesto que tanto clientes como empleados empiezan a asustarse...por la amable forma de pedir del señor en cuestión (cara de pocos amigos y una mano en el rociador de gas) comprendes que es mejor sonreir amablemente y pedir disculpas...
El gerente de la tienda decide prestarte su teléfono para hacer las respectivas aclaraciones con el banco. Lo cual, al final de cuentas, sirvio para que: -Hablaras cuatro veces al banco. -Contaras la historia completita cuatro veces más -Te pidieran, en todas y cada una de esas cuatro llamadas, todos y cada uno de tus datos, (hasta el nombre ultrasecreto del osito de peluche que usas todavía pa' dormir: "Rapsonico" que, aclaremos, es tu contraseña de todos y cada uno de tus asuntos virtuales) -Te colgarán el teléfono cuatro veces después de advertirte cada uno a su modo que lo harían si no te serenabas un poquito... (lo cual, a su vez, obviamente te emputaba un poquitito más) -Cada uno de los "ejecutivos" te diera una version diferente de lo que pudo haber pasado a tu tarjeta; desde que en tarjetas nacionales eso tenía que pasar a huevo, hasta que debio ser una falla de luz y sería recomendable que usté se parara frente al cajero una media hora pa' ver (si de milagro) la cajita esa decide (escupir) emitir tu tarjeta... Al final de todo el teatrito, casi una hora después, los resultados son: un hombre sin tarjeta (llamémosle yo), dos bolsas llenas de despensa, dos cajas con articulitos innecesarios pero menos importantes, cinco encabronamientos seguidos, un gerente muy amable, dos empleados preocupados, un guardia de seguridad que te asignaron por aquello de los nervios, un peso con cincuenta centavos en la bolsa derecha del pantalon, un celular sin crédito, un estómago vacío, dos libros (nuevesitos) los nervios crispados y 45 cuadras de distancia a tu casa... Después de discutir con el gerente lo poco usual de la situación, amablemente te presta 50 pesotes que todavía no terminas de agradecerle pues con eso alcanza pal taxi y pa' meterte cualquier madre al estómago... Agradeces a todos los presentes por aguantar (y divertirse con) el "numerito", y con una sonrisa de esas que dicen: sí, soy un pendejo pero muchas gracias por tolerarlo, tomas un taxi que, misteriosamente, te espera a la salida del estacionamiento. Al llegar a casa, bajas las cajas, las bolsas, la dignidad y... ¿¿¿los libros???, ¿¿¿los libros??? Putísima madre, los pinches libros han decidido quedarse en el chingao carrito del super y no abordar contigo el taxi. 419 pesos con 50 centavos (el costo total de los libros) se van por el caño, tal como se va la caca cuando jalas la palanquita del water... (éstas son mamadas)

Profesiones varias

Hasta donde yo recuerdo, aunque francamente lo he pensado más de una vez, jamás me he quejado de la profesión de la gente que conozco. Si quieren contar dinero ajeno, calcular la pendiente de la vía láctea, conocer el clima de la Patagonia, saber cómo se reproducen los cangrejos, comprender por qué los políticos existen, decir que la realidad es un constructo social, tratar de resolver problemas que no son suyos, dividir a la gente en clases sociales o saber en qué consiste la penicilina, son cosas que me valen un pepino. Al fin, siempre es bueno oír distintas opiniones de lo que la gente dice que sabe. Y entonces, por qué tanta preocupación y tanta cautela con la mía. Media docena de sujetos me han dicho más de una vez: te voy a contar algo si prometes que no lo vas a publicar mañana. Y qué si lo hago. Si una tal Ema Bovary no hubiera conocido a un tal Flaubert no sería famosa, de hecho hubiera sido una casquivana cualquiera. En cambio, por esa bonita coincidencia, ahora hasta la bandera de las feministas es. En cada pequeña doncella vive una Ema escondida (en cada doncel vive un Emo, pero eso es otra cosa), en cada grito de emancipación Ema surge de lo más profundo de su ser para decir como Mel Gibson (también con faldita y enseñando muslo): ¡Freedom! Entonces, hasta deberían agradecer que uno los inmortalice. Además, jamás les pongo nombre, así que ni que fueran tan evidentes, ¿o sí? Ustedes cuenten, cuenten, que yo nada más callo, veo y escribo.

domingo, 3 de agosto de 2008

Batalla anti-spam

Desde que tengo una cuenta de correo electrónico me he acostumbrado al asunto del spam. Antes, inocentemente pensaba que yo era el único que sufría de estos males por suscribirme a un montón de pendejadas. Después supe que es uno de los comunes infiernos del mundo virtual. Cada día me llegan docenas de correos diciéndome que si doy click aquí seré millonario, que Bill Gates ha decidido donar su fortuna. Hace meses que espero mi cheque de varios cientos de miles de dólares. Cada día me escribe una tal Karen Parkson diciéndome que yo, nadie más que yo, estoy a nada de ganar el último concurso de Riders Digest. Claramente, soy pobre por estúpido. La verdad es que ser rico me da hueva, no sabría qué hacer con tanto dinero.

Ni qué decir de las cadenas, que detesto con toda mi alma. Ya recé 12 aves marías por la paz del mundo, salvé a las ballenas, firmé 14 veces para que el imbécil de George Bush detenga su estúpida guerra, firmé 8 para que destituyan al gober precioso, lloré a mares porque me he olvidado de Dios, le mandé de regreso a mis 900 amigos el mail que me enviaron diciéndome que soy su amigo también y los pienso cada día y he visto más mujeres desnudas que el dueño de playboy. Lo que me parece verdaderamente extraño es que, a pesar de todo eso, espiritualmente no me siento mejor, las ballenas siguen extinguiéndose, los gringos no saben qué hacer con Bazora, el gober precioso sigue inaugurando eventos públicos, Dios sigue sin aparecer en ningún lado, mis 900 amigos no aparecen cuando les llamo y las mujeres desnudas ya no me provocan una erección.

Hace algún tiempo que, entre todo, me llega también, con puntualidad inglesa, un mail cada día de una página de encuentros. Chilenas, mexicanas, brasileñas ofreciendo sus encantos para que yo les tire un lazo. "Soy linda, cariñosa, entregada" (traducción: soy fea pero buena gente); "Busco hombre trabajado y de buenos sentimientos" (traducción: busco un obrero calificado). También hay otros que dicen: "Soy caliente, busco nuevas experiencias" (traducción: soy virgen, ya no lo soporto); "Busco hombres dispuestos a todo" (traducción: quiero boda, 2 niños, 2 perros, un jardín enorme, un tipo que pague todo). Los hombres, que somos inocentes o pendejos, nos lanzamos cual perros tras la presa. Al cabo de varias desilusiones, regresamos a nuestro bodrio tlaxcalteca que, después de meses de súplicas, decide querernos un poco.

Como parece que en estos casos, lo que una mujer busca, sobre todas las cosas, es un hombre sincero, después de varias correcciones a mi perfil decidí mandar el siguiente mensaje: Mido menos de 1.60, era flaco (empiezo a ya no serlo), moreno no claro, ojos grandes enturbiados de malicia, nariz y boca prominentes, la parte izquierda de mi cuerpo no es simétrica a la derecha y no soy deportista. Fumo una cajetilla diaria, bebo socialmente y a solas, soy neurótico y bipolar. Mi algarabía se transforma en un segundo en una ira incontenible y quiero asesinar a los 12 pendejos que me rodean. También soy (muy) inteligente, suficientemente culto y con buena conversación, aunque a veces un poquito aburrido. Soy creativo, lo sexual incluido, aunque mi pene es pequeño y eyaculo pronto. Busco mujer inteligente también, con buena conversación, que guste de debates sin solución, que sufra de insomnio y que prefiera el sexo a los dolores de cabeza nocturnos.

Después de esperar por 2 semanas, trato de ser paciente. Lo que es cierto es que debió de haber funcionado de algún modo, porque cada día me llegan varios mails ofreciéndome viagra, retardadores y alargadores para mi pene vergonzoso.