viernes, 18 de diciembre de 2009

Instrucciones para beber una cerveza

Cuando una amiga mía se enteró, por un comentario ocasional, que acostumbraba beber un (os) whisky (s) de vez en cuando sin compañía, nomás por el puro gusto, decidió mandarme a alcohólicos anónimos. Soy Raymundo y soy alcohólico, dije. ¡Ah, maldito mundo de etiquetas!

Me imaginé andando por la calle mientras la gente decía: Hola, soy Mariana y estoy bien buena (sonrisa incluida); soy Alonso y soy gay (guiño guiño); soy Pedro y soy bien perro (mirada libidinosa a Mariana que sí, se cae de buena); soy Gerardo y busco pollos (quinceañeras meneando sus crecientes traseros). Cosas así. Yo diría algo como: Soy Ray y soy pobre (esto porque así se consiguen chelas gratis, hay un poco de impacto dramático y porque, en cierto sentido, es verdad, aunque no en el sentido habitual; yo, por fortuna o infortunio, como todos los días).

Bueno pues, total que Raymundo alcohólico contó, primero con timidez, luego con harto nudo en la garganta y por último con convicción oratoria, del padre golpeador (causa de traumas varios), de la madre golpeada, de los tropiezos verdaderos y también de los amorosos, literarios, laborales, conceptuales, sociales, empresariales, abstractos, materiales. En tanto, me moría por un trago. Al fin, recibí aplausos y condolencias. Luego siguió Jorge que, cosa curiosa, también era alcohólico y después Martha y Andrea que éranlo a su vez.

En esa sesión aprendí varias cosas: 1) La máxima: un día a la vez; así que no volví, con ese día bastaba. 2) Que además de alcohólico soy neurótico: odio los clubes. 3) Que, alcohólico o no, necesitaba un trago urgentemente. 4) Que Martha, además de alcohólica, era lesbiana. 5. Que Jorge impotente. 6. Que Andrea casada con un caballero galante y de ojos profundos que le hacía la vida miserable. 7. Que, en todo caso, prefiero los clubes de pintura.

La gente normal acostumbra los fines de semana. Esto se sabe que es a causa de los hábitos laborales, las responsabilidades familiares y otras minucias. De noche, hora propicia para ocultar traumas y mostrar una cara de plenitud ficticia. Muchas fiestas, muchas reuniones. Cumpleaños, posadas, navidades, aniversarios, son fecha propicia para beber y ser Armando feliz y Julia festiva y no Armando y Julia alcohólicos respectivamente.

Yo, que carezco de calendario onomástico importante, soy ateo y el único aniversario que recuerdo es el de la revolución, prefiero no usar pretextos. Y como analizando la cuestión descubrí que todo empezó por beber solo, ahora busco compañía, de preferencia agradable, y pido una cerveza oscura y me la termino a tu salud antes de pedir la segunda mientras descubro de a poco que sabe mejor, mucho mejor, cuando vamos pidiendo juntos la siguiente ronda.