La mejor forma conocida es el
silencio. De uno, pero también de los otros. La estupidez humana es, como el
universo, infinita. Ahora se dice del universo que se expande y se contrae.
Aplíquese la misma regla: la estupidez humana se expande y se contrae, aunque
no simétricamente. Se expande más de lo que se contrae.
Lo
anterior, para los iniciados, es, en sí mismo, una tautología. Estupidez humana
es una duplicación innecesaria. Estupidez es a humanidad lo que humanidad es a
estupidez. Prueba es éste discurso ipso facto.
A veces, muy
de vez en cuando, se contrae un poco y Miguel Ángel pinta la Capilla Sixtina o
Borges escribe El Aleph o Beethoven compone La Novena. Miguel Ángel, Borges o
Beethoven. Ellos; no “la humanidad”. Y muy a pesar de formar parte de la misma.
Hasta yo, con
toda mi humanidad a cuestas, tengo leves ataques de lucidez. Especialmente
cuando me callo. Y sin embargo…
Para colmo de
males, me pagan por no callarme, lo cual ha dimensionado mi estupidez a niveles
estratosféricos. Si pudiera, contaría la sarta de idioteces que digo por minutos
aunque estoy demasiado ocupado en decirlas como para tener tiempo de
contarlas.
Y cuando por
fin un chorrito de sensatez o una pausa para tragar saliva me hacen callarme,
ocurre algo tan horripilante como mi propia perorata: alguien más, ¡oh, dios,
vengativo y cruel!, toma la palabra. Y ya no hay nada qué hacer. Mis neurosis
se desatan tan estratosféricamente como mi estupidez y no hay tolerancia ajena
que soporte la intolerancia propia. Estúpido, cual soy, enfurezco. Qué otra
cosa puedo hacer. Estupidez contra estupidez redoblada.
Así que decidí
acreditar mi estupidez oficialmente. Tengo número de seguro social por ello y
pertenezco a un par de nóminas. Y, claro, me hacen creer que me lo he ganado.
Hasta he conseguido varias veces el título del estúpido del mes. Los bancos me
ofrecen hipotecas a menos del diez por ciento anualizado, capitalizable
mensualmente.
Me he
especializado tanto en ella que ahora entrego reportes de resultados y
planeaciones para el siguiente año. También hago cursos que me enseñan cómo
aplicar mi estupidez y transmitírsela a otros, ávidos de mis estrategias de
desarrollo. He conseguido acreditarme para dar cursos de capacitación.
En el primer
módulo, se enseña la misión y la visión de la estulticia. En el segundo, las
bases teóricas. En el tercero, las estrategias. En el cuarto, la aplicación.
Para titularse hay que incubar un proyecto de estulticia y ponerlo en práctica.
He comenzado
un libro que se intitula: Empoderamiento de la estulticia: aceptación y
práctica en breves lecciones.
La cosa va tan
bien que ahora abriré un canal de youtube. Me he autodenominado un stultuber y
estoy en espera de sus likes.