miércoles, 15 de octubre de 2008

Historias del antro

Una chava camina hacia la salida del atascado antro empujando gente, hace notar que tiene prisa, y su movimiento es abiertamente agresivo con los que se encuentra a su paso. No hay gritos ni llanto sonoro, pero su cara está bañada en lágrimas y su gesto es de dolor, mucho dolor (inclusive demasiado dolor).
Nadie la sigue.
En ese momento pienso que todo el teatro no le está sirviendo de nada.
Nosotros, los curiosos/ mirones/sentados en la barra/morbosos/aburridos/ de todo lo que se mueve en los antros nos quedamos esperando que alguien aparezca tras ella, sabemos (porque lo sabemos) que espera que le jalen el brazo y digan: “DETENTE, espera tantito, no te vayas…”
Pero nadie la detiene.
El momento se vuelve triste. De la burla pasamos rápido a la compasión.
Con la mirada y con el gesto nos decimos: “Uy que mal” y le damos otro sorbo a la cerveza.
Sé que compartimos la sensación de que esta noche va a acabar muy triste para ella.
Y es que... nadie la sigue.

1 comentario:

  1. lo peor es cuando si hay alguien k la detiene... pero lejos de ser esa persona k ella esperaba... es sissy jajaja... bueno en fin, proyección. Que bueno que regresaste!!! se te extrañó en la uni.

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