viernes, 18 de julio de 2008

Venganzas literarias

—¡Ah, una novela!¡Cuéntamela, por favor! No sin tropiezos, comencé a intentar contarle el argumento. Un pintor en busca de encontrar el sentido de su obra y al mismo tiempo de la vida misma mientras sostiene una relación tormentosa con una mujer que lo abandona cada tanto pero que regresa siempre, hasta que al fin un día. Me costó casi 10 minutos darme cuenta que por lo menos hacía 8 que no me hacía ningún caso. Seguí hablando un poco más, poniendo énfasis en ciertas palabras para ver si lograba alguna reacción. Nada. Ella me estaba mirando, atentamente. Era lo único que hacía con atención. En realidad tampoco me miraba, pero parecía que sí. Hice una pausa a propósito. Sigue, sigue, me dijo con un falso entusiasmo que sacaba de quién sabe dónde. No me acuerdo si le conté todo o empecé a contar otra cosa mezclándola con el argumento original. Me acordé de una novela de Carlos Fuentes, creo que la región más transparente, donde un escritor encontraba una nota de su amante donde le decía a otro algo más o menos así: “Amor: pronto estaré contigo. Los escritores sirven para tener ideas de lo que luego haré deveras contigo”. La cita no es exacta, así la recordé. No sé lo que pasó después; creo que me aplaudió emocionada. En venganza, no me la cogí nunca, aunque la llamaba dos o tres veces por semana para contarle más y más detalles de una novela que estaba llena de imprecisiones. Aceptó ir conmigo muchas veces, hasta que un día.

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