martes, 11 de noviembre de 2008

Página en blanco

Hace ya 2 meses que dije algo como "aún no me he ido y ya hay media docena de historias que esperan ser contadas". Claro se ve ahora que ha sido una promesa de esas que no se van a cumplir. Y es que la media docena ahi sigue, pero ya no estoy seguro de querer contarlas. Lo que pasa es que uno se da cuenta, al paso de los días, de cosas varias, y qué cosas señores míos. Desde la época embrionaria ya le cuelgan a uno en el pescuezo (pescuezo que, dicho sea de paso, aún no existe en aquella época) varios planes, hartas perspectivas. Luego, uno solito se va colgando más. Que si economista, que si vagabundo, que si escritor, que si salvador del mundo, que si intelectual. Al final, como ya se sabe, todo se lo lleva la chingada. De aquellos sueños grandilocuentes no quedan siquiera retazos y se ve a las claras que, desde la ventana de un edificio, entre el tumulto ordinario de las calles, se es uno más de los bípedos que transitan las banquetas. De todo aquello no ha quedado sino el "delicioso" horario de oficina, amores que han dejado de ser platónicos para siempre y algunos nombres propios. De todo aquello lo único que queda por contar es que tomo cerveza en vez de whisky, que hago viajes desastrosos y que no me salen las cuentas de la felicidad. Para colmo, un asqueroso síndrome de página en blanco que es semejante a tener una fractura expuesta de tibia y peroné siendo futbolista profesional. Esperemos que en los días subsecuentes haya pronta recuperación. En tanto, dejemos que el silencio hable un poco.

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