jueves, 30 de junio de 2011

Instrucciones para dejar de escribir. Los Treintas

1
Un día cumples treinta. Y escribir se vuelve una cuestión de honor, un asunto entre ser un hombrecito de verdad o ser una caricatura de mentiritas.
Porque ya contaste a todos los que se dejaron que lo-tuyo-lo-tuyo-es-ser-escritor, que lo demás es sobrevivir, cumplir y pagar las cuentas en lo que te descubren, en el mientrastanto. Ya atolondraste a los amigos despistados con razones y justificaciones editoriales. Ya le sacaste jugo (y muchos préstamos) a la mirada de orgullo de tu madre. Ya te aprovechaste del marketing mediático que da ser escritor entre jovencitas post-pubertas y hasta te sacaste de encima a las mas intensas y enamoradizas, tantas veces como te fue posible hacerlo, con un pretexto sublime: No me molestes, estoy escribiendo.
Pero el tiempo pasa y no publicas un carajo, y los amigos empiezan a verte con sospechosismo, la mirada de orgullo de tu madre se transforma en muecas esperanzadas. Y las mujeres, por turnos, simplemente se aburren y se alejan detestando el día que te conocieron. Es entonces cuando se vuelve una cuestión de honor. Y hay que ponerse a escribir.
Y otra vez la maldita vocecilla - "No sabes escribir" - y otra vez todos los demonios - Saramago Cortazar Borges Miller Kundera Vargas - y ahí vamos de nuevo con la película de terror, pero ahora con los treintas encima y a luchar con la hoja en blanco y todo eso que que es horroroso pero que ya no importa…. ¡Hay que ponerse a escribir!!
2
También te encuentras con la nueva (aunque conocida) que de intentarlo no se come, y que unas cuantas cuartillas inentendibles no pagan las rentas, ni la luz, ni el teléfono, ni el internet ni el cable, ni las salidas a bailar (con sus tremendas cuentotas) porque tu vieja empieza a sentirse abandonada. Y además, tienes la maldita costumbre de comer todos los días. Así que antes de sentarse a escribir hay que cumplir con la sociedad; esa que paga los consumos y sufraga los gastos. Y hay que buscarse una profesión (léase: cualquier actividad por la que alguien te pague), porque como dirían los expertos en la vida y los que dicen que saben no se puede vivir comiendo de sueños. Y hay que chingarle (lease: trabajarle, chambearle, lamerhuevosle, y si patrón-no patrón, enseguida jefe). Y además (para acabarla de joder) hay que empezar desde abajo, porque así empezamos todos mijo”. Y con esa idea en la cabeza te consigues un trabajo para costear las cuentas y comprar la comida y pagar la renta y el teléfono y la luz.
3
Y entonces, de (querer) ser un escritor profesional, romántico y bohemio a tiempo completo, una mañana te despiertas y te das cuenta que te has convertido en un clasemediero buenoparanada sin ambiciones, que llega a la quincena por obra y gracia de la inercia. Nunca tienes dinero ni te vistes totalmente palacio.
Y claro añoras dinero y poder absoluto para hacer lo que te de la comprada gana. Lo que pasa es que el tiempo libre (que ya no es mucho con una jornada de 8 a 8) no lo dedicas a producir más dinero, ni a tener un segundo trabajo, ni a generar proyectos de negocio que se conviertan en grandes empresas que alimenten a muchas familias y de paso a la economía del país. Y tampoco te dedicas a las relaciones públicas, no te codeas con la socialité para que te saquen de pobre.
En vez de eso, el tiempo se te pasa (verdaderamente de largo: ¿Apoco ya son las 11?) en leer mucho, mirar el techo y pendejear, en caminar para inspirar (a la puta musa, que eso de la hueva se le da muy mal) (y pero a ti eso del correr se te da peor), fumar en exceso, emborracharte de vez en cuando, en mantener cafeterías (con azúcar y cremita por favor), y socializar con apenas dos o tres frustrados intelectualoides que están tan en la mierda como tu y que claro, no piensan sacarte de pobre, porque no pueden, no saben como, por eso te llevas con ellos, por eso se llevan contigo.
4
Y hay que ponerse a escribir. ¿Pero a qué hora? Pues por las noches, cuando se puede, cuando se tienen ganas, cuando no llegas exprimido de las 14 horas de trabajo idiota, cuando se combinan en una ecuación (escandalosamente rara) tiempo + ganas + inspiración + tu vieja no está chingando = a letras seguidas de letras = a párrafos seguidos de párrafos.
Porque te sientas frente a la compu y tu mujer, que ya no cree en los reyes magos, con la mirada hastiada y aburrida te lo dice: ¿Cómo… otra vez ahí aplastadote haciendo nada?... por lo menos si me ayudaras un poquito… si tan sólo lavaras los trastes… Y ahí va uno: dejas de escribir (en realidad dejas de mirar la pantalla tratando de encontrar ese pinche verbo que te falta, que no llega, que no aparece) y te paras a lavar los trastes, después de lo cual hay que limpiar el patio, preparar la cena, platicar un rato - "porque no me has pelado en toda la noche "- y después hay que dormirse temprano porque mañana se nos viene e c s a c t a m e n t e la misma puta y pinche rutina (a veces mas puta que pinche y a veces… ya se sabe).
La lección es clara, pero inentendible para uno: !Deja de escribir y ya ponte a trabajar!!! HUEVON!!!

2 comentarios:

  1. Bueno, yo no quiero cumplir 30.
    Tampoco he tenido nunca la ambición de ser escritora y esto se debe a un punto importante. A mi me gusta escribir, pero no tengo imaginación. Así que solo puedo escribir cosas que han pasado.

    A mi se me hace que te esta entrando la depresión de los 30´s que le da a algunas mujeres.

    ResponderEliminar
  2. yo por eso ya no escribo, que pena.... pero eso sólo es un pretextillo, -lo de trabajar pa sobrevivir, ya será que lo haga de nuevo por el puro gusto de hacerlo y compartirlo con quien se deje, ah y ya rebasé los 40 opps!!!! mejor ahi le dejo.... Marco Tovilla

    ResponderEliminar