martes, 8 de julio de 2008

Conspiraciones cósmicas

Eso me pasa por andarle haciendo caso a la gente. Todo porque alguien me convenció de conocer a una conductora de radio para no sé qué proyecto que me interesaría. ¿Pues no habíamos dicho ya que se evitaran a las conductoras o que, en su defecto, les mantuviéramos la boca cerrada? Pero no. Llego yo, con mi cara —y todo lo demás—, de malparido a buscar a una cierta fulana de tal que me esperaba sonriente en la mesa de algún café conocido. Supe entonces cuál era aquel proyecto "que me interesaría muchísimo". Su cara llena de ilusión la delató al instante. Acostumbrado a estos avatares femeninos, la saludé familiarmente, como si nos conociéramos de toda la vida. Me pedí una cerveza y me senté a escuchar cómo se vendía sin pudor alguno.

Lavaba ropa sin guantes, con guantes no es lo mismo — ¿pensará lo mismo sobre otras cosas?—, era muy cariñosa, siempre atenta y hacía un caldo de camarón para chuparse los dedos que algún día en su casa tendría que probar (¿?). Las cervezas siguieron corriendo y los escotes se aflojaron un poco. Los toques en el brazo y en la pierna se volvieron recurrentes. Me mostraba, "casi sin querer", que sus mejores encantos eran una par de senos protuberantes. Bromas sexuales de varios niveles acompañaban la amenísima charla mientras yo trataba de reírme y participar en una conversación que no me hacía la más mínima gracia. Las clases de actuación tienen sus ventajas, no cabe duda.

Y para colmo de mis males, leía. Putísima madre. De un enorme bolso sacó un libro "fantástico" que hojeé mientras ella iba a tirar la mitad de las cervezas que llevábamos y que no sé si pensaba pagar. Frases célebres como "ve y hazlo", que Nike descubrió bastantes años atrás, y "si algo va a salir bien, saldrá bien", antítesis de la ley de Murphy, me hicieron pensar que por lo menos para ella, en ese preciso instante, todo debía de estar saliendo perfecto a causa de las cervezas.

Cuando regresó ya me imaginaba el resto. Me habló del maravilloso contenido de aquel mamotreto y de otros del estilo. Por qué, por qué. Qué he hecho yo para merecer esto. Imploro a dioses conocidos o desconocidos, a demonios cristianos, paganos y de los otros. Otra vez el universo volvió a conspirar, pero no como la prédica de aquel falso profeta, sino para mi infelicidad y mi desasosiego. Plutón (que ya ni siquiera planeta es) orbitó en la constelación del pinche alacrán ese y resulté, según mi carta astral, de una energía inusitada que debí de haberme gastado previamente en la última corretiza al camión porque ahora ya empezaba a contener el bostezo. Supe mi coincidencia de mi signo con el suyo y de las cualidades de las que veníamos provistos desde el inicio de los tiempos.

Asentí, sonreí calladamente. Dudé de las propiedades afrodisiacas de su caldo de camarón y al final, casi al borde del delirio, sin proyecto radiofónico de importancia, dije para mis adentros, y luego para mis afueras: ¡Pero por qué no te callas!

No sé por qué la gente cree en tanta patraña. A estas alturas de mi vida, no creo ya ni en Dios ni el diablo ni siquiera en la Vía Láctea.

Dicen mis detractores que me obstino en cultivar mis neurosis. Pues bien, tal vez tienen razón, pero ¡Y por qué no se callan!

1 comentario:

  1. Y???? te la tirastesssss??? Por lo menos te la tirastesssss???

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