lunes, 4 de abril de 2011

Espionaje Virtual

Estoy pensando seriamente cambiar de oficio. La curiosidad no tiene fronteras. Las horas que un bípedo pseudopensante dedica al día para enterarse de la vida de los otros es sorprendente. Podría convertirme en una suerte de detective virtual. Sospecho que ahí estaría mi fortuna.

Mujeres desesperadas por saber si vergón45 las ha bloqueado de msn serían una clientela formidable. Rastreo de contraseñas de e-mails, actividades sospechosas de los fieles donceles. Mr Bond.007, ¿Mi amorcito practica sexo virtual? Es que ayer he encontrado unas manchas sospechosas en el teclado. Atrapar al infractor con las manos en… la maza.

¿Sabe usted si mi bebé tiene contacto con su exnovia a través de facebook? ¿Tendrá acaso otra identidad para sus contactos sexuales? ¡Dios, creo que mi princesito se hace pasar por lesbiana! ¡Auxilio, auxilio, mi mujer es una puta virtual! Y todas las inseguridades humanas juntas en la misma fiesta.

Un día llegué a casa y mi mujer hecha una furia. De esa furia silenciosa de “no me pasa nada, hijo de puta”. No habló durante la cena. Los espárragos refrigerados se me atoraban en la garganta. ¿Se habrá terminado la línea de crédito de la tarjeta? ¡Mierda, su último corte de pelo no le gustó! ¡Horror de horrores, descubrió lo que mide un metro!

A medio trago de agua, me soltó a quemarropa, como quien pregunta cómo me fue en el trabajo: ¿Conoces a Bombón19? Con toda la naturalidad que me caracteriza, con esa serenidad que me es cotidiana, contesté: No, ¿poooor? La furia le salía por los ojos. En vano usé la vieja treta del robo de la contraseña, de la privacidad, de la confianza. Los varios mails me delataron.

6 meses después de aquello, con mi acta de divorcio sobre la mesa, comprendí que también Bombón19 me había abandonado.

¿Quién quiere ser mi primer cliente? Apúntese en la sección de comentarios.

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