martes, 12 de octubre de 2010

entonces, empecé a escribir...

Pero llegaron las novias de verdad (por fin llegaron). Y con ellas las cartas de amor desesperadas y las cursilerías, que riman con fusilerías, con viles tonterías, con amargas alegrías, con algarabías y Matías y confías y postrimerías… y si, también con puterías… Y que ellas recibían con el eterno gozo – no de amarme al pormayor y sin tapujos – sino de saberse amadas y por lo tanto, dignas de las más entregadas palabras.
Entre carta y carta, cuidadosamente redactada, entre poema y poema, escandalosamente acomodado, que rima con rimado, con alado, albergado, alocado, asomado… y si, también con rebuscado… Deslumbraba a chavitas quinceañeras babotas que en ese momento sentían que me querían querer. Eso me patrocinaba besos menos pudendos y más cachondeo, además de la muy esperada (todo sea por la egoteca) frase admirativa, en la que me confesaban, a veces hasta con lágrimas en los ojos, que nunca nadie les había escrito nada tan bello, que aquellas palabras las habían transportado al país de las maravillas, ese país en el que ellas jugaban a ser princesas y a mí me asignaban el nada aburrido rol de príncipe azul que las rescataba del gran dragón del tedio en el que se habían transformado sus vidas.
De vez en cuando me aseguraba una que otra noche de sexo y muchas - muchas - chaquetas. Pronto se hizo evidente que si quería conseguir más sexo y más palabras de admiración (para la egoteca por supuesto) tendría que escribir mas cartas, más cursis, más inverosímiles, mas melcochonas y más cachondas (que no lleguen a la guarrez… para evitar la bofetada), pero sobre todo más poéticas, que rima con proféticas, con esqueléticas, con américas, eléctricas, numéricas… y si, también con patéticas…
Pero alguien me leía
El gran público de pié me aplaudía (ellas y yo).
Y yo escribía
De una historia de Pamela (fragmento)

4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. A mi nadie me ha escrito nada, un novio una vez que se iba a un viaje largo intento escribirme una carta, pero ni siquiera le dio tiempo de terminarla, de todas formas me la entregó así. Es todo lo que tengo de carta romántica.
    Pero en una ocasión me regalaron una postal divina, una postal enorme que se desenvolvía como hojas de impresora viejita, al final decía te amo y con eso fue suficiente.
    Así que en resumen: no hay que ser tan cursi para alimentar la egoteca :)

    ResponderEliminar
  3. Jajajaja...hay quien no tiene suficiente...pero es bueno xq seguimos escribiendo...

    Saluditos de la chica con cartas d amor.

    PD:Pase x aqui y m gusto. Intentaré regresar. ;D

    ResponderEliminar