martes, 27 de octubre de 2009

31, oiga usted

Por una amiga me acabo de enterar que hoy cumplo 31 –años, meses, días, horas- qué importa.

De todas maneras, son pocos para hacer literatura, suficientes para coleccionar desilusiones, bastantes para enamorar rapaces doncellas menores a 29 y, sin embargo, sucede, así de pronto. Sin clasificar el aviso, sin edicto en primera plana.

Me acabo de enterar que los niños me dicen señor, las quinceañeras  me piensan medio raboverde, las veinteañeras interesante y las treintañeras como prospecto de no sé qué diablos.

Acabo de saber que ya no tengo la vida por delante porque la he alcanzado definitivamente, que ya me empieza uno que otro achaque y que las canas van a empezar a surgir de modo irremediable.

Como sea, me empiezan a aburrir las pláticas insustanciales, es decir que estoy en el borde de cruzar la línea de ser del clan de los amargados y de empezar a escuchar algo como guru, guru, guru, guru en lugar de una conversación con sujeto, verbo y predicado; empiezo a preferir la buena conversación al sexo sin nombre de la participante y el ruido, como siempre, me sigue cagando grandiosamente.

Me sigue gustando el cine sin interrupciones, el whisky en las rocas y leer hasta las cuatro de la madrugada. Me como lentamente lo que puedo, me bebo más de lo necesario y me juego a medias hasta lo irremediable.

A la mitad del camino de nuestra vida dijo Dante y yo, a la mitad de la puta madre, sigo esperando que Virgilio me dé un tour por alguno de lo círculos del infierno, aunque a veces tengo breves bosquejos de lo nunca imaginado.

Me han querido a medias y he querido a cuartos. Mi colección de deudas crece y comienzo a comprender en vivo lo que es una crisis económica (de las crisis de las otras es mejor si no les hablo).

No soy feliz aunque no tengo razones para no serlo. Sigo sin desear con demasiado deseo, sigo sin comer aprisa, sigo sin querer sin miedo.

Repito de memoria versos que me han plagiado antes de que se me ocurrieran, Quevedo, Serrat, Hernández y Machado; a duras penas logro una prosa trompicada y un verso de vez en cuando.

Sigo sin saber lo que quiero, aunque saber lo que no quiero ya me parece ganancia. Sigo fumando hasta tarde y disfrutando como nada el primer cigarro de la mañana.

De ser puro talento pasé, sin darme cuenta, a conceptos, a frases, a instituciones, a puro saber acartonado y, de entre tanto decir lo que pienso, lo que digo dejé de pensarlo.

Mis amigos han aprendido a decir, qué bien, por no atreverse a decir qué diablos, y en el colmo del absurdo, escribo notas y hago fiestas de cumpleaños.

6 comentarios:

  1. Orale. Me sentí algo identificado con algunas parte de este post. Me gustó.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Me han querido a medias y he querido a cuartos... Y eso exagerando un poco...

    ResponderEliminar
  4. De todas maneras, los que celebramos el paso de los tiempos, aún así te queremos...

    ResponderEliminar
  5. Me han querido a medias y he querido a cuartos... que poco romántica y a la vez tan buena frase, es tuya?

    ResponderEliminar
  6. Al parecer es mía. Por eso es tan poco romántica y tan buena a la vez. jajaja. Perdón por la modestia. Ninguno por mi ausente romanticismo.

    ResponderEliminar