lunes, 19 de enero de 2009

Ni tú ni yo

No eres tú, soy yo -me dijo tan convencida, que por un momento (unos 10 ó 12 años), estuve a punto de creerle. Pasado el tiempo mencionado, comprendí que era su forma de mandarme directito a la chingada. Y no vaya usted a creer que soy idiota, nononó, todo lo contrario, lo que pasa es que ni las mentes más brillantes son capaces de estar lúcidas al cien por ciento. Digamos que en este caso era un desliz, un devaneo, un medio tiempo de un partido fragoroso. Pero las aguas vuelven siempre a su nivel y se comprende todo. Hasta que se repite la misma escena otra vez, y luego otra y otra y otra más. Así que uno empieza a sospechar ligeramente que tal vez, sólo tal vez, sea uno y no ella.

Por eso, ahora, convencido, juro que sin un resquicio de falsedad en todo mi ser, he dicho una docena de veces francamente en el último mes: No eres tú, soy yo.

Seguro usted, amable lector, me comprenderá con claridad, si no, no se preocupe, no es usted el que no entiende, soy yo el que no se explica.

2 comentarios:

  1. Sen;ores mios, continuen escribiendo. Es agradable leer este manual de vez en cuando.
    Por favor que no se sequen sus cerebros.
    Atte.
    Dark Angel

    ResponderEliminar
  2. Bien Conticinio, estoy de acuerdo... no eres tu ...

    Quien entiende?, mejor dicho, quien me entiende?. Cuando mi ser era completamente libre, soltera, sin ataduras maritales… que hermoso era creo yo, o eso pensaba hasta hace unos años o unos minutos. Que delicioso sentimiento de pena-emoción-intriga cada vez que una se desnudaba frente a un nuevo incauto (que además podía una cambiar a su antojo, dos o tres distintos a la semana para no empacharse), descubrir nuevas posiciones, algunas casi imposibles de haber imaginado con anterioridad, probar de distintos sabores y colores, sin acciones fingidas de placer supremo aunque no sientas ni el viento que provoca la mosca que desde hace 15 minutos rodea tu aposento de acción, etc.; pero todo tiene un inconveniente… maldita sea, explica una y otra vez (cada vez que cambias de zapatos) donde diablos esta tu clítoris, como te gusta que te aprieten las nalgas, te froten las tetas y que… NO!, no me gusta estar abajo!, me encanta por atrás, no te apenes, no soy tan tierna como a veces quisieras… y demás situaciones a las que se enfrenta una nunca virgen chica. En el matrimonio, pues, la monotonía devastadora de multiorgasmos frecuentes, la decadencia progresiva del mismo y eterno cuerpo del delito (léase mi amor, gordito, chaparro, hijo de tu puta madre, otra vez tu?); el hagámoslo (por que tu pareja necesita “amor y comprensión”), aunque lo único que pasaba por tu mente eran las 12 horas de sueño que te ibas a aventar después de 5 horas de larga platica cafetalera con tus, aun solteras, amigas de la universidad. Pero también tiene sus grandes ventajas: él conoce hasta el ultimo centímetro de tu piel, sí, hasta donde tu ni te has podido ver jamás, conocen donde-como-cuando y hasta con que ritmo, tus llantitas le resultan sexys, si estas cansada con una manuelita se conforma, en fin… todo es un eterno circulo entre al bien y el mal.
    Por eso digo y seguiré diciendo, al igual que el “silencio de la noche”… NO ERES TU… SOY YO.

    ResponderEliminar