lunes, 2 de febrero de 2009

Instrucciones para ser el otro

Sigues parado en el mismo sitio. Pero ahora lo sabes.
(Incluso Claudia, aquella a la que dices amar por sobre todas las cosas, en principio no se enamoró de ti.
Lo sabes!!!
Te vio representando un personaje y se fue tras él. Le pidió con besos y caricias que se casaran. Le entregó su cuerpo y su alma a ese aquél, bonito personaje de caricatura y poca pacotilla que no eras tú.
Nunca fuiste tú. Y alguna vez, en la intimidad de la noche, después de que él se la cogiera tantas veces como le fue posible, saliste tú de entre las sábanas para pedirle un beso para ti. Un tú-muy-tú, que resultó ser tan bello y digno de ser amado aquella noche, amado de a deveras, como los grandes, con gran-intenso amor, sin otro alguien ocupando la cama. Fue entonces que te enamoraste al fin, perdidamente, de esos ojos que te miraron con amor por primera vez a ti. Así supiste que Claudia también se sentía encerrada representando la mujer que todos querían que fuera. Te enteraste entonces que, en su obra de teatro personal, ella representaba a la cúspide de las niñas bien de esta souciedad. Que otra opción iba a tener...
Pero el lunes por la mañana, frente al pan francés, tu-amor-de-anoche no desayunaba contigo. Ni rastro de los signos y los besos y las caricias y la sencillez y sinceridad de aquella mujer. Sentada frente a ti, aquella, la mujer perfecta que representaba. Con la misma sonrisa perfecta congelada en los labios. La misma que cazaste hace ya incontables ayeres.
Entonces comprendiste que esa era la regla del juego y se llama matrimonio. De noche tú, a veces. Y de día él, siempre. Y así, entonces, pasaba más tiempo él con la esa ella, que tú con la tuya. La otra-ella. La verdadera.
Acéptalo. También te gustaba su papel. Como esposa y cómplice de odios y rencores que se guardan para otras ocasiones era perfecta. Es el papel de mujer que te metió mamá desde niño, pus si lo dijo Freud, qué otra cosa va ser).
Tres semanas después, sigues parado en el mismo sitio. Esperando que la misma buena suerte se presente con el diablo que quiera comprarte el alma que pusiste en oferta, a ver si ahora sí...

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