domingo, 4 de julio de 2010

Oficios vergonzosos

Hay oficios que uno no comprende. Y hay personas que los ejercen y uno las comprende menos. Hoy me encontré a uno de esos tipos que ejercen un oficio vergonzoso. ¡Y a plena luz del día me ofrecía sus servicios!

Se me acercó con afán de seducirme, provocativo, ofreciéndome placeres imposibles. Traté de evadirlo, pero el tipo insistía, me tomó del hombro y me detuvo. Le expliqué que se me hacía tarde, pero no bastó, me pidió sólo un par de minutos para persuadirme. Sin convicción, sabiendo que estaba atrapado, volví a decir que se me hacía tarde. El tipo no pareció escucharme.

    Me extendió un pequeño papel donde describía grosso modo lo que podía hacer. Yo estaba francamente escandalizado pero traté de mostrarme como persona de mente abierta. Mi mundo a su lado sería bello y perfecto, la vida sería feliz y yo sólo tenía que decir Sí, decirlo a los cuatro vientos, que todo el mundo supiera que me ponía en sus manos y él me entregaría las llaves de un reino nunca antes imaginado.

    Yo sentía mucha vergüenza. Por mí, por la circunstancia tan grosera. Pero sobre todo por él. No podía imaginar, ni puedo todavía, las causas que llevan a alguien a caer tan bajo. Qué tipo de infancia se debe tener para terminar de ese modo, acaso un padre castrante o una madre alcohólica, tal vez terribles experiencias amorosas que conducen a tales desviaciones, a manías tan vulgares. Su arreglo pretendía ser pulcro y resultaba grotesco. Yo no dejaba de sentir ese ir y venir entre el asco y la lástima. Y entre todo, ¡el tipo mostraba una altivez increíble! A pesar de lo deplorable de su oficio, él parecía no sentir ninguna vergüenza, incluso cierto orgullo y esto acrecentaba mi propio malestar.

    Quería ayudarlo, ofrecerle algún consejo, alejarlo de esa vida de perdición. Pero él no me dejaba hablar, era él quien me daba consejos y era él quien pretendía hacerme feliz con sus servicios.

    Por fin pude escapar. Hui de prisa de aquel pobre hombre que se quedaba en la calle esperando a su próxima víctima. Sé de buena fuente que es un oficio que se ejerce por temporadas, aunque eso no le quita su tan baja calidad moral. Ofrecerse de tal modo es repugnante. Sé también que es un oficio que se ejerce en todos lados y que es antiquísimo, casi tanto como la sociedad. De veras no puedo entender cómo, en pleno siglo XXI, podemos permitir gente como esa y dejar que se multipliquen. Es preciso erradicar de nuestra sociedad una clase tan execrable y haragana.

    Tal vez con un mejor proyecto educativo o un mejor salario en otros empleos, podríamos eliminar de las calles, del radio, de la televisión y de las cámaras a esos pobres hombres que ostentan el oficio de políticos y hacerlos dedicarse a cosas más productivas y de mayor beneficio.

Aunque parece que el mundo se resiste a vivir sin charlatanes. Una lástima.

1 comentario:

  1. Lo que te hace falta es marketing... es tan bueno como el otro pero nadie te comenta... ja ja ja. Por que?????

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