Manifiesto
Permitid que os comente queridos,
Si vosotros estáis en la senda que se acompaña
De las letras y palabras, que se acomodan
En la hoja en blanco, que pretende a la poesía.
Admitid que desenrolle el contencioso, pues que,
Si vosotros pretendéis la prenda que se atosiga,
De la tinta y los trazos que a su alma le curan,
En la soberbia prosa de la música escrita…
Si lo Consentid, caros concurrentes
Me consentiré licencia para deciros
Lo que a voz de cuello grita mi corazón,
Y ¡ah, tristeza!, censura la boca mía con los dientes
Si habéis llegado a estas líneas
Condescendéis, que abra el pecho
Con el filo negro de la brutal honestidad,
Dejad os relato la hadada quimera,
Estoy harto de leer poesía de los poetas,
Que lloran mientras escriben coplas,
Por una dama que no los desvalija,
De los besos que le sobran en la boca,
Dispensad que os lo diga,
Hasta el hartazgo me he colmado
De éste bodrio disfrazado del vino,
Escanciado en la copa rota,
Saciado de estar harto estoy de imaginaros,
Con el alma como poca manteca en demasiado pan
Colmado hasta el tuétano también, de percibiros,
Como soldaditos novatos en su primera trinchera.
No preciso deciros como escribir,
No fuese esta torpe disertación un reclamo completo
Si no me reclamase mi gemelo a gritos en el espejo
Que esa espada también esgrimí
Declamo el reclamo de manifestadles que ya camino largo
Por el trance a la senda del guerrero de la alta montaña,
El camino de la poesía que se entona para entrar en batalla,
La prosa que el viento lleva al canto de los caracoles.
De tal suerte escribid sin suspiros ni tinta de cristal,
Sea pues la inspiración, la belleza que os inspira la lucha,
Por el roble sagrado y el canto del cenzontle
Reclamad por la poesía del repicar de los timbales de la guerra,
La cadena de letras fundidas en el fuego y el viento
Que instan a resistir en la última línea, hasta el último aliento, hasta la última garra…
De nuestro baluarte de la esperanza
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